24ArtistasJóvenesdeCórdoba

Prólogo de Gabriel Gutnisky

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Un grupo de artistas tan variado y heterogéneo como el presente, ha intentado poner en juego una estrategia particular para la difusión de su propia obra. Esta publicación es producto entonces de la forma en que hallaron de apoyarse mutuamente para trascender una realidad limitada que no acompaña, en la medida de las expectativas, la creciente producción de las nuevas generaciones de artistas cordobeses. No son todos, pero de alguna manera constituyen parte importante del emergente mediterráneo que, liberado a sus propias fuerzas, persiste en la necesidad de afirmación. Como presentación es exigua y parcial (se reproduce aquí una sola obra por cada uno de ellos), pero presentación al fin, sólo busca la oportunidad de legitimarse en la eventual atención que su destinatario le provea.

A pesar de no haber participado en la selección de la nómina de estos artistas y aunque con muchos de ellos mantenga una especial vinculación y afinidad, reconozco que es difícil intentar una generalización que los englobe, tanto como una particularización que necesariamente seria tediosa de leer, por la extensión y variedad de dicha nómina. Porque lo integrantes de este grupo se desplazan desde el misterio de la reencarnación pictórica, hasta la devoción por la singular expectativa tecnológica de fin de siglo, pasando también por la adhesión a un carácter latente e indeterminado, que podemos definir como un fenómeno de contaminación y ósmosis.

De hecho, todos ellos constituyen una afirmación de la variedad y relativismo artístico actual y muchos se abren al riesgo que genera la facultad de encontrar una conciencia en la diferencia. Pero ello no agrega demasiado a lo que ya conocemos del diagnóstico del arte de los 90´ y que, en esta tipificación abarcadora, obligadamente incluye a estos jóvenes artistas cordobeses.

Podemos decir, sin embargo, que esta suerte de nomadismo entre el pensamiento y la materia, la intuición y la construcción, es para el grupo (o por lo menos para algunos de sus integrantes) una forma de actuar que lleva implícito la desconfianza hacia el culto monístico del arte. Pero también somos conscientes que aquellos menos interesados en interrogarse sobre el sistema, coinciden en sobrellevar una atención centrada en el proceso de entrecruzamiento entre las palabras y los fragmentos, sobre los modelos del tiempo, la trayectoria del desorden, la anexión de territorios o la confusión de géneros.

Los mecanismos puestos en juego son tan dispares como diferentes son los integrantes de esta lista de artistas entre sí, pero podemos afirmar que se mueven a través de intuiciones, exploraciones y revelaciones, que muchas veces fijan e inventan puntos, y otras tantas se limitan a organizar signos, pero que todos ellos finalmente y en alguna medida, tienden a oxigenar las facultades perceptivas, indicando con la imagen otras imágenes.

Indudablemente estos 24 jóvenes son personas capaces de estimular fenómenos y, como sabemos, un fenómeno termina por estimular a otro, siendo la inactividad el único límite de esta especie de reacción en cadena. Pero si de algo estamos convencidos, es de que el grupo se mantiene en plena producción, pese a constituirse por artistas del interior de un país fuertemente centralizado y, consecuentemente, doblemente dependientes de los centros de legitimación.

Una tan variada propuesta, llena además de aparentes contradicciones, de reivindicaciones y rescates, como la presente selección, nos impulsa a reconocer que todo orden (tanto el que reniega como el que reafirma) termina siendo contemporáneo de cualquier otro orden y en definitiva evidencia que todo problema se constituye en un arbitrio. Lo cual nos lleva a indicar que, especialmente teniendo en cuenta la juventud de estos artistas, es imposible dejar de pensar que el futuro, necesariamente, se arrastra corroborado por los aciertos y hasta por las desviaciones del presente.

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LA REENCARNACIÓN PICTÓRICA

En esta simplificada categorización, podemos indicar que GERMÁN WENDEL recupera la tradición pictórica cordobesa, convocando desde la mímesis hasta la reconcentración en los aspectos artesanales del oficio, en una citación de tipo nostálgica que apresa condicionantes y evidencias historicistas. Por otro lado, accediendo a un torturado gesto y la aspereza formal,CONCEPCIÓN ORDOÑEZ, PABLO SCHEIBENGRAF y MATEO ARGÜELLO PITT, " visceralizan " con distinta profundidad su marcado arrastre Neoexpresionista, evocando tanto lo irreproducible de una situación premonitoria, como el relato indirecto de la aislación y el anonimato contemporáneo. También en este " subgrupo ", la relación con la materia pictórica, alcanza en LUCAS DE PASCUALE un fuerte impacto autorreferencial, desde la propia viscosidad, brillo y relieve de sus trabajos. Cierta idea de rechazo a lo afectivo o sentimental, que NATALIA BLANCH explora reduciendo a la mínima expresión unos signos oscuramente vinculados a conceptos religiosos, en una poco complaciente manera de entender el gesto y el cromatismo pictórico. Finalmente los esgrafiados de EDGARDO QUINTANA, quien levanta el color para dar luz a unos dorados que conforman una retícula tangencialmente rudimentaria o primitivista.

 

LA EXPECTATIVA TECNOLÓGICA

Esta característica está representada aquí por una serie de procesos morfogéneticos que se inscriben en el marco del Neopositivismo Estético, desde el momento en que infieren una relación o vínculo entre el arte y la ciencia. Con diferente grado de inclusión, a veces recurren a desarrollos de tipo generativo para ordenar una información previa que, paradójicamente, tiene más afinidad con el conceptualismo que con la geometría. Tal es el caso de las investigaciones sobre la transposición de un signo gráfico a un signo pictórico, en las celdas de colores de los trabajos de CLAUDIO ZIPEROVICH.

Pero esta " expectativa " también está presente en la compleja superposición de proceso fotográfico, ploteo y montaje, que lleva a cabo con enigmática subjetividad CARINA CAGNOLO. La digitalización, como una extensión del grabado pero también como la maximización del recurso multimedial, es asumida por JORGE CASTRO y LILA PAGOLA. Ésta última, aludiendo al proceso vital y al cuerpo humano, mediante una simbolización escueta que reduce las variables formales pero multiplica la interacción con el espectador, a través de la " manipulación infinita de imágenes " en un soporte tan versátil como el derivado del uso de ordenadores. Desplazado de centro de interés de los anteriores por una insoslayable preocupación en la reproducción fotográfica, encontramos a FERNANDO CORTIGLIA quien aproxima su objetivo a las heridas y cicatrices de carnosas plantas, con inocultable afinidad con la propia carnalidad del cuerpo humano, hablándonos de la vulnerabilidad, del sometimiento y la indefensión. GABRIEL ORGE también sucumbe a " Tánatos" y lleva este sentido de laceración hasta su última consecuencia, señalándonos el irrenunciable proceso de desintegración orgánica, en las sucesivas imágenes de una cabeza de caballo en descomposición. RODRIGO FIERRO se aleja de este tipo de menciones, apostando su cámara para documentar un instante en la cotidianeidad de los habitantes de un sector fuertemente caracterizado de Córdoba como Barrio Güemes. Testimonio que parece recluirse en una reivindicación que refiere tanto al mito de Narciso como al claustrofóbico enfrentamiento con uno mismo, en la reflexión especular de HUGO AVETA y que en el caso de FACUNDO DI PASCUALE, parece incluir un corte sesgado por la necesidad de identidad e identificación.

LA ANEXIÓN DE TERRITORIOS

Los nucleados en esta categorización (que en realidad parece un común denominador de todo el grupo) ponen de manifiesto abiertamente la fuerte articulación de diferentes géneros. La obra de MIRIAM UBAID condensa el signo gráfico, una breve anotación pictórica, restos corpóreos y un iniciático avance hacia la espacialización (manifestada por su preocupación en la puesta de sus relieves), en una suerte de cleptomanía cultural que digiere aspectos predados de la realidad, además de los convocados por propia iniciativa. Una cuestión que también se verifica en los objetos de MARCELA GAMERO, quien utiliza la recuperación de objetos (en este caso rollos de papel encontrados en un escritorio abandonado) como señal de una situación única e irrepetible.

Un rastreo arqueológico que invierte los términos, pues vincula el resto, el objeto desechado, etc., para dar cabida a las preguntas no del pasado sino del presente. Como lo entiende ALEJANDRA BREDESTON, quien termina por mencionar la maternidad desde una muñeca rota y un cordel, encerrados en un turbio recipiente. Pero también lo hace JUAN CARLOS DER HAIRABEDIAN, con una inefable construcción que opone drásticamente la idea de fatal determinismo con la tozuda resistencia de un ingenuo cochecito de madera.

Esa oposición irónica prevalece, produciendo una situación de extrañamiento que también roza el trabajo de GUADALUPE GUZMÁN, sólo que en esta ocasión más tradicionalmente ligado con la gráfica. Un lenguaje omnipresente a la hora de reconocer la interpolación entre la historieta y el grabado, que PABLO SFERCO concreta mediante unos personajes paradigmáticos, o cuando GISELA ALEGRE recompone una trama con fragmentos de la reproducción parcial de un rostro cuya repetición, paradojalmente, nunca termina de concretarse de la misma manera. Concepto de parcialidad y fragmentación que necesariamente termina de vislumbrarse en la repetición prácticamente tautológica. Algo que también explora ALEJANDRA CAROSSO con sus carreteles y retazos zurcidos, abriendo el juego a la posibilidad de que esa repetición conceda un clisé fácilmente vinculable al género femenino.

Arq. Gabriel Gutnisky
DIRECTOR DE LA ESCUELA DE ARTES DE LA U.N.C.
CRÍTICO DE ARTE DEL DIARIO LA VOZ DEL INTERIOR

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