DaniloDanzinger

Todo es paisaje
Marina Mariasch

El mundo no pierde la capacidad de sorprendernos. La tierra se dio vuelta y el agua cae de abajo hacia arriba. Un paraguas que nadie sostiene retiene al mar hecho lluvia. No hay nada desconocido para el ojo humano en esa cantidad enorme de agua salada, ni tampoco en el adminículo típicamente urbano que utilizamos para protegernos de la lluvia. Pero aquí, juntos, conforman una escena extraña.

Un objeto (paraguas) entra en contacto con otro elemento (agua) con el que mantiene una relación usual. Sin embargo, esta vez, el paraguas pierde las características de uso que lo definen. Entonces, se convierte en otra cosa.

La naturaleza propia del objeto se pervierte. La Naturaleza, también. La antigua oposición entre naturaleza y cultura es revisitada. Esa etapa anterior está corrompida, ahora el estado natural del hombre es la cultura. Lo mítico ya no es la naturaleza sino el deseo de volver a ella.

Una superposición de acciones humanas es lo que completa un paisaje. La fotografía capta ese rapto de visión en el que la virginidad está perdida. La montaña sólo puede percibirse a través de un espejo en la montaña. La luna, el cielo con nubes, son accesibles desde su reflejo terrenal.

La campana invierte sus posibilidades: el golpe del badajo produce un sonido sordo. La nada es lo que está dentro de una caja vacía y no el espacio infinito que la rodea.

El aire y el agua son guiados por una mano humana y ya nada será como antes. La intervención del hombre se hace presente sin que su figura se haga visible. No es necesario ver su cuerpo para saber que está allí. Quien mire estas fotografías sentirá un deja vu. Hay algo en ellas conocido, algo que estuvo antes en ese lugar, incluso en formato fotográfico. El que mira siente el confort del reconocimiento al ver la cala- de Mapplethorpe, por ejemplo- o percibir rastros de Duchamp o el surrealismo: el motivo del paraguas, descontextualizar un objeto. De cualquier modo inmediatamente la comodidad de la primera impresión estará perdida. Un quiebre, una leve sacudida interior, transformará esa percepción sorpresa. La sensación de ver algo conocido se superpone con la de estar viendo algo totalmente nuevo.

La conjunción de intervenciones, interpretaciones e influencias provoca más que la sensación de lo ya visto: esa sensación misma como efecto -deja vu- parece formar parte de una cadena de repeticiones. Y es ahí, en esa densidad de sentidos donde esta serie fotográfica adquiere su singularidad.

Reinterpretaciones involuntarias- pero no inconscientes- las fotografías de Danilo Danziger se ubican en un punto del ciclo de la Naturaleza -ahora, del arte. En ese ciclo, siguiendo a Kierkegaard, todo se repite. Pero en cada retorno cobra otra forma.

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