EduardoGiusiano


Rosa Faccaro Clarín - 1991

El artista plástico, en la multiplicidad de la creación de sus imágenes, vuelve sensible al poder de los distintos espacios. El ser que recibe la sensación del refugio espacial se estrecha contra si mismo, se retira, se acurruca, se oculta.

Eduardo Giusiano ha creado espacios de refugio donde las imágenes del ave - en los movimientos de repliegue - están inscriptas en las trazas que indican sus músculos. Es el "nido", "el pájaro" y el "hombre" que solicitan en nosotros una primitividad. Añadir a la vida del pájaro una vida emblemática con la dimensión de una región y un universo, es una manera de adquirir un nuevo valor humano. Es el pájaro-hombre, constructor de su espacio, el que aparece en esta imaginería.

Los gestos de la materia pictórica anuncian el objeto en su fantasmática presencia. El pájaro, sujeto del mito, presencia de una ausencia que flota en el presagio agorero, es también un signo constante en la obra anterior de Giusiano, que se ve estructurada desde una visión interior. El sentido de esta constitución de la imagen crea un clima, más allá del hecho expresivo que tiende al espectador ese vacio conceptual, esa nada entre la soledad enclaustrada de un supuesto lugar del sujeto ausente, que ocupa ese espacio y lugar del mito y la leyenda.

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