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NoraIniesta


Mercedes Cassanegra

Nora Iniesta presenta en el Fondo Nacional de las Artes dos series que resumen su pensamiento estético de los últimos tiempos. Desde una trayectoria en el grabado, el trabajo sobre papel, y la elaboración de conceptos que rescatan tradiciones populares que se imbrican en lo cotidiano, Iniesta presenta obras que son una reflexión y un cuestionamiento sobre el arte en diversas direcciones: hacia el interior, un repliegue hacia la intimidad del quehacer mismo, en este caso, de la pintura, y hacia el exterior, en cuanto a la recepción de la obra en relación con el espectador.La artista toca aquí varios limites.

Los trabajos de Iniesta se han caracterizado siempre por su pulcritud compositiva y su amor al vacío. En el caso actual se refuerza esta condición. Cada obra en sí - en una época en que concursan los grandes tamaños - es mínima. Y, sus gestos son mínimos.

Una serie es la de las fichas escolares, con dibujos primarios escolares, simples casitas, paralelepípedos, algún borroneo, rápidos esbozos. La otra es la que contiene a un pequeñísimo personaje que se repite. La artista dice encontrar además en ésta una sugerencia de espacios edilicos. Idea de urbanidad, por una parte, y también un regreso al sujeto.

Pero, todas las obras poseen una anécdota previa. Hay un gesto anterior a ellos mismos. Los cartones que Iniesta ha utilizado tienen la marca de Cacho Galeano, el marquero artístico que siempre ha enmarcado las obras de la artista. El rectángulo de pincelada casi evidente con aspecto de non-finito está realizado por él. Es parte del trabajo artesanal de pintura a través del cual consigue el color preciso según cada encargo.

El gesto de Iniesta es haber valorado el quehacer artesanal y a la vez haber circunscripto su propia intervención ex profeso a un espacio preciso y limitado.

Iniesta ha elegido para esta ocasión passepartout anchos. Estos no juegan un papel accesorio, sino que son parte de la obra en la intención y a citada de hacer evidente el vacío. Se trata de otro gesto pensado de manera exacta.

Estas series de obras de Nora Iniesta podrían interpretarse como puestas en cuestión y enfoques en primer plano de diversos problemas: la proliferación de la imagen en el mundo contemporáneo en una cultura casi por definición visual; el lenguaje artístico en el mismo contexto; la falta de hiatos en sucesiones visuales ininterrumpidas; la validez del discurso artístico en una cada vez más acelerada producción industrial de la cultura. Pero, además de cuestionar existe en estas obras la intención de un nuevo comienzo, de una puesta en marcha silenciosa hacia una dirección no del todo conocida. El vacío es un silencio expectante. Así como la edad moderna de la cual somos herederos fue una edad crítica, nacida de una negación ( l ), estas obras parecen más bien anunciar el momento siguiente: el de la afirmación. El principio de un nuevo tránsito.

 

(1) Octavio Paz, Los hijos del limo, Ed. Seix Barral, Barcelona. España, 1981

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