X - X---------/guerras?? --------/ páginas 124 a 286. ® El Gen Egoista Ed. Salvat.

 

124 La razón por la cual los leones no cazan leones es que tal comportamiento no resultaría de buena EEE. Una estrategia de tipo caníbal sería inestable por la misma razón que la estrategia del halcón lo era en nuestro anterior ejemplo. Existe un gran peligro de represalia, hecho que tiene menores posibilidades de suceder en contiendas entre miembros de diferentes especies, y a ello se debe que muchos animales de presa huyan en vez de responder al ataque. Su origen, probablemente, se deba a que la acción recíproca de dos animales de diferentes especies existe una asimetría inherente mayor que entre los miembros de una misma especie. Siempre que se dé una marcada asimetría en una contienda, las EEE tienden a ser estrategias condicionales dependientes de dicha asimetría

129 El acervo genético se tornará un conjunto evolutivamente estable de genes, es decir, un acervo que no puede ser invadido por nuevos genes. La mayoría de los nuevos genes que surjan, ya sea por mutación o reagrupación o inmigración, serán rápidamente penalizados por la selección natural. Ocasionalmente, un nuevo gen tiene éxito al invadir el conjunto: logra extenderse en el acervo genético. Hay un período de inestabilidad transitoria que culmina con un nuevo conjunto evolutivamente estable. Ha ocurrido una pequeña evolución.. Por analogía con las estrategias de agresión, una población podría tener más de un punto estable alternativo y podría considerarse no ya como una ascensión constante sino más bien como una serie de pasos discontinuos desde una planicie estable a otra planicie estable.

147 Debemos descubrir, mediante la observación y la experimentación en la naturaleza, cuánto se aproximan verdaderamente los animales reales al logro de un análisis ideal de los costos y beneficios.

149 Las guerras entre las familias y entre los clanes tienen una fácil interpretación en términos de la teoría genética de Hamilton. Los tabúes relativos a los incestos testifican el alto grado de conciencia de parentesco que posee el hombre, aun cuando la ventaja genética de un tabú que condene el incesto nada tiene que ver con el altruísmo; concierne, probablemente, a los efectos dañinos que se realiza en estas condiciones (por alguna razón, a muchos antropólogos no le agrada dicha explicación).

171 Pero, como vimos en el capítulo V, el efecto general de la sumisión automática por parte de individuos que se encuentran clasificados en un rango inferior, se aprecia en las escasas luchas prolongadas que tienen lugar y rara vez ocurre que los contendientes resulten gravemente heridos.

175 Los individuos que tienen demasiados hijos son penalizados, no porque toda la población se extinga, sino simplemente porque pocos de sus hijos sobrevivirán. Los genes para tener muchos hijos no pasan, simplemente, a la siguiente generación de un número considerable, ya que pocas de las criaturas que portan dichos genes alcanzan la edad adulta. Lo que ocurre con el hombre moderno civilizado es que el tamaño de las familias ya no se ve limitado por los recursos finitos que los padres pueden proveer. Si un matrimonio tiene más hijos que los que puede alimentar, el Estado, lo que significa el resto de la población, interviene y mantiene el excedente de niños con vida y salud. No hay, en realidad, nada que detenga a una pareja que carezca de recursos materiales para que tenga y críe tantos hijos como la mujer pueda físicamente procrear.. pero el Estado benefactor es algo muy poco natural. En la naturaleza, los padres que tiene más hijos de los que pueden mantener no tiene muchos nietos y sus genes no son trasmitidos a futuras generaciones. No hay necesidad de una restricción altruísta del índice de natalidad, ya que no existe un Estado benefactor de la naturaleza. Cualquier gen que tienda a ser demasiado indulgente es rápidamente penalizado: los hijos que contienen tal gen se mueren de hambre.

 

 

 

 

195 Empleando nuestra metáfora del animal individual como una máquina de supervivencia que se comporta como si tuviese un «propósito», el de preservar sus genes, podemos hablar de un conflicto entre padres e hijos, de una batalla de generaciones. La batalla es sutil, y no hay recursos vedados en ninguno de los dos lados. Una criatura no perderá una cuestión de engañar. Pretenderá estar más hambrienta de lo que se siente en realidad, quizá finja ser menor de lo que es, o encontrarse ante un peligro mayor. Es demasiado pequeña y débil para intimidar a sus padres físicamente, pero emplea toda arma psicológica que se encuentra a u disposición: la mentira, el fraude, el engaño, la explotación, justo hasta el punto en que empieza a castigar a sus parientes en mayor medida de lo que permite su relación con ellos.

 

 

 

 

 

 

 

 

264 Las verdaderas guerras, aquellas en que grandes ejércitos rivales luchan hasta la muerte, solo se conocen entre los hombres y entre los insectos gregarios.. En muchas especies de hormigas, la casta especializada de obreros, conocidos como soldados, posee formidables mandíbulas para combatientes y dedica su tiempo a luchar por la colonia contra otros ejércitos de hormigas. Dichas incursiones constituyen sólo un tipo de esfuerzo bélico. Los esclavistas montan un ataque a un nido de hormigas pertenecientes a una especie diferente, intentan matar a los obreros o soldados que lo defienden y se llevan los huevos fecundados.. Los cautivos rompen el cascarón en los nidos de sus raptores. No «se dan cuenta» de que sin esclavos y se ponen a trabajar siguiendo su programa incorporado en su sistema nervioso y realizan todos los deberes que normalmente harían en su propio nido. Los obreros esclavistas o soldados continúan efectuando sus expediciones en busca de más esclavos mientras los ya incorporados al nido se quedan y realizan las labores cotidianas como limpiar, proveer forraje y cuidar los huevos.

 

273 A los tramposos les va mejor que a los altruistas indiscriminados, ya que obtienen beneficios sin pagar su costo. Con seguridad, el costo de asear la cabeza de otro individuo parece pequeño comparado con el beneficio de que le hayan eliminado un parásito peligroso, pero, de todas formas, no es insignificante. Hay que emplear cierta energía y tiempo siempre valiosos.

274 Si la incidencia de parásitos es alta, cualquier individuo incauto en una población de incautos puede contar con ser aseado tan a menudo como él haga tal labor. El resultado promedio para un incauto entre incautos es, por lo tanto, positivo. En realidad, a todos les va bastante bien y el término incauto parece inapropiado. Pero supongamos ahora que surge un tramposo en la población. Siendo el único con tal característica, puede contar con ser aseado por todos los demás, pero no pagará nada a cambio. Su resultado promedio es mejor que el promedio de un incauto. Por consiguiente, los genes para los tramposos empezarán a expandirse a través de la población. Pronto los genes para los incautos se extinguirán. Ello se debe a que, cualquiera que sea la proporción de la población, los tramposos siempre se las arreglarán mejor que los incautos. Consideremos por ejemplo, el caso cuando la población consista en un 50% de incautos y un 50% de tramposos. El resultado promedio para los incautos y los tramposos será menor que el de cualquier individuo en una población de ciento por ciento de incautos. Pero, aún así, los tramposos obtendrán un resultado mas alto que los incautos, ya que ellos obtendrán todos los beneficios -los que sean- y no pagarán nada en cambio. Cuando la proporción de los tramposos alcance un 90% el resultado promedio para todos los individuos será muy bajo: muchos de ellos, de ambos tipos, pueden estar muriéndose por la infección transmitida por los parásitos. Pero todavía a los tramposos les irá mejor que a los incautos. Aun si toda la población tiende a la extinción, no se presentará el momento en que los incautos les vaya mejor que a los tramposos. Por consiguiente, siempre que consideremos estas dos estrate-gias, nada podrá impedir la extinción de los incautos y, muy probablemente, también la extinción de toda la población. Supongamos ahora que se plantea una tercera estrategia denominada de los «ren-corosos». Los rencorosos asearán a extraños y a individuos quienes con anterioridad los hubiesen aseado a ellos. Si embargo, si cualquier individuo los engaña, recordarán el incidente y le guardarán rencor: rehusarán asear a tal individuo en el futuro. En una población de rencorosos e incautos es imposible diferenciar a unos y otros. Ambos tipos se comportan de manera altruista hacia los demás y ambos obtienen un resultado promedio alto y parejo. En una población que consistiera en su mayoría en tramposos, un solo rencoroso no tendría mucho éxito. Gastaría considerable energía aseando a la mayoría de los individuos que encontrase, pues tardaría tiempo en acumular rencor contra todos ellos. Por otra parte, nadie lo asearía a él.. Si los rencorosos se encuentran en escaso número comparado con los tramposos, el gen de los rencorosos se ex-tinguirá. Una vez que los rencorosos lograran aumentar su número hasta constituir una proporción importante, sin embargo, sus posibilidades de encontrarse unos a otros llegarían a ser bastante grandes para compensar el esfuerzo perdido en asear a los tramposos. Cuando se lograse esta proporción decisiva empezarían a obtener, como promedio, un resultado más alto que los tramposos y estos últimos se verían empujados, a un ritmo acelerado, hacia su extinción. Cuando los tramposos estuvieran prácticamente extintos, su índice de disminución se volvería más lento, y podrían sobrevivir como una minoría durante bastante tiempo. Ello se debe a que un tramposos, en tal situación, tendría sólo una pequeña probabilidad de encontrarse con el mismo rencoroso dos veces: por lo tanto, en la población, la proporción de individuos que guardasen rencor contra un determinado tramposo sería muy pequeña.

278 Los peces limpiadores presentan una superficie listada y despliegan una danza especial que los cataloga como limpiadores. Los peces grandes tienden a abstenerse de comer a los peces pequeños que tienen el adecuado diseño de listas y que se aproxi-man a ellos mediante el adecuado tipo de danza. En lugar de ello, caen en un estado parecido a un trance y permiten el libre acceso del limpiador tanto a su parte externa como a su interior. Siendo los genes egoístas lo que son no es extraño que hayan surgido tramposos despiadados y explotadores. Hay especies de peces pequeños que tienen la apariencia de los peces limpiadores y danzan de la misma forma, con el fin de asegurarse una conducta segura cuando se encuentran en la vecindad de un pez grande. Cuando el pez grande ha caído en su trance expectante, el tramposo, en vez de extraerle los parásitos, arranca de un mordisco un trozo de la aleta del pez grande y huye apresuradamente. Pero a pesar de los tramposos, la relación entre los peces limpiadores sus clientes es predominantemente amigable y estable. La profesión de limpiador juega un importante papel en la vida diaria en la comunidad de los arrecifes de coral. Cada limpiador posee su propio territorio y se ha visto a los peces grandes hacer cola para que los atiendan como clientes ante una barbería. Es probablemente esta tenacidad local lo que hace posible la evolución, en este caso, de altruismo recíproco retardado.

285 El nuevo caldo es el caldo de la cultura humana. Necesitamos un nombre nuevo para el nuevo replicador, un sustantivo que conlleve la idea de una unidad de transmisión cultural, o una unidad de imitación. «Mimeme» se deriva de una apropiada raíz griega, pero deseo un monosílabo que suene algo parecido a «gen».

286 Si la idea se hace popular, puede decirse que se ha propagado, esparciéndose de cerebro en cerebro. Como mi colega N.K. Humphrey claramente lo resumió en un previo borrador del presente capítulo: «…se debe considerar a los memes como estructuras vivientes, no metafórica sino técnicamente. Cuando plantas un meme fértil en mi mente, literalmente parasitas mi cerebro, convirtiéndolo en un vehículo de propagación del meme, de la misma forma que un virus puede parasitar el mecanismo genético de una célula anfitriona. Y ésta no es solo una forma que un virus puede parasitar el mecanismo genético de una célula anfitriona. Y ésta no es solo una forma de expresarlo: el meme, para -digamos- "creer en la vida después de la muerte", se ha realizado en verdad físicamente, millones de veces, como una estructura del sistema nervioso de los hombres individuales a través del mundo.»

 

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