RolandoFernando(FER)
Arte
Digital e interactividad. Universidad de Palermo. 2006
Cap.
9. La Deconstrucción y los Medios Digitales
Origen
de la Deconstrucción:
«Deconstrucción» es un término inventado por Jacques Derrida, nacido en
Argelia en 1952. En 1967 publica tres libros que introducen sus ideas
sobre deconstrucción. Estos se titulan: Speech and Phenomena Of Grammatology
Writing and Difference.
El término «deconstrucción» se relaciona con una manera de analizar textos
que socava los sistemas tradicionales—es decir, las estructuras—a los
que Derrida llama «metafísicos».
La deconstrucción forma parte de la crítica postestructuralista porque
socava el logocentrismo de los estructuralistas. Hace una crítica del
sistema estructuralista de analizar, que se centra en oposiciones binarias;
el estructuralismo basado en estructuras y sistemas a los cuales la deconstrucción
intenta derrotar.
En 1983, los americanos atacaron la isla de Granada a bordo de helicópteros
que emitían la Cabalgata de las Walkirias de Wagner, imitando la famosa
secuencia del film Apocalypse Now, o en las recientes acciones tomadas
por el presidente Bill Clinton bombardeando un territorio el día del interrogatorio
sobre el Sexgate del mismo modo en que lo muestra el film "Wag the Dog"
realizado un año antes. La profecía de Oscar Wilde sé había cumplido.
Wilde había asegurado, en una de sus más desconcertantes paradojas, que
"la naturaleza sigue al arte", ahora empezamos a entenderlo. También había
proclamado que es más difícil la crítica que la creación: "No hay creación
artística digna de este nombre sin la facultad crítica, ese afinado espíritu
de preferencia y delicado instinto de selección, a través del cual el
artista nos presenta la vida, confiriéndole una perfección momentánea".
Así, las noticias devienen más reales que los sucesos, los medios de comunicación
más poderosos que los políticos, los pacientes actúan para contárselo
al psicoanalista y aquella paradoja de Wilde de que la naturaleza sigue
al arte, deviene en el reflejo de nuestra realidad en el espejo cóncavo
de fin de siglo. La teoría general de sistemas, postula como básica la
noción de isomorfismo, que es la igualdad de estructuras entre dos fenómenos
distintos, dispares incluso, perteneciendo a ámbitos de experiencia tan
alejados como la biología y la economía, la literatura o la mitología,
la antropología y la lingüística. Levi-Strauss, antropólogo francés que
trabajó en Sudamérica, ilustró el isomorfismo entre las leyes de parentesco
de las sociedades primitivas y las leyes semánticas postuladas por el
lingüista Roman Jakobson. La búsqueda de isomorfismos es un camino hacia
la unificación de las ciencias para conseguir un lenguaje común a todas
ellas, dejando que cada ciencia particular llene esos andamios isomorfos
con los elementos propios de cada una: células, pesetas, ciudadanos, fonemas
o indios. Dado que, «El lenguaje es una forma, no una sustancia», lema
saussuriano que fundamenta el estructuralismo aplicado a lo literario,
y, por extensión, a las demás artes, los resultados parecen desproporcionados
al esfuerzo: la productividad en comprensión que resulta del esfuerzo
mental crítico es ínfima.
Así, leyendo las 40 páginas del, análisis estructural de Michael Riffaterre
sobre el poema de Baudelaire "Los Gatos" no se penetra, en el nirvana
de la comprensión poética, sino en el del agotamiento neuronal.
Sucede algo parecido a los intentos de la semiótica por aplicar la teoría
matemática de la información a la crítica de las artes plásticas: la enorme
complicación del método no se corresponde con la escasa penetración de
las intuiciones obtenidas. Pero la puerta estaba abierta para la gran
inversión, llevada a cabo por la teoría de la deconstrucción, basada en
los trabajos de Derrida.
El sistema no es de fácil definición: si se pregunta a un practicante
de la deconstrucción lo que ésta puede ser, no sólo no la definirá, sino
que considerará tal demanda como una manifestación del logocentrísmo que
el deconstructor se propone deconstruir.
El Logocentrismo significa la veneración típica de la tradición occidental
por conceptos como verdad, racionalidad, lógica y la palabra. La deconstrucción
es un conjunto de métodos para enfrentarse a los textos, una serie de
estrategias textuales dirigidas a la subversión de las tendencias logocéntricas.
«Deconstruir un discurso es mostrar cómo socava la filosofía que presenta,
o las posiciones jerárquicas en que se basa, por medio de la identificación
en el texto de las operaciones retóricas que producen los supuestos fundamentos
del argumento, la premisa a concepto claves». Entre las estrategias más
utilizadas se cuentan- detectar las oposiciones dualístas típicas del
pensamiento occidental, como hablar/escribir, masculino/femenino, verdad/ficción;
literal/metafórico, significado/significante, realidad/apariencia. Según
los deconstructivistas, al término de la izquierda se le ha conferido
arbitrariamente un rango de superioridad sobre el de la derecha, que se
considera como una complicación, negación, manifestación o descripción
del primero. La deconstrucción invierte las prioridades y trata dé mostrar
que el segundo término es la condición de posibilidad del primero, lo
cual lleva a curiosos resultados, como por ejemplo, hablar es una forma
de escritura, entender es una forma de ignorar, lo que creemos lenguaje
significativo es sólo un libre juego de significantes sobre un proceso
interminable de texto engarzados a otros textos.
Otra posibilidad consiste en un desplazamiento general del sistema para
reubicar las cosas deformadas por la oposición dualista o detectar ciertas
palabras clave en un texto que desvelan el mismo fijándose detenidamente
en aspectos marginales del texto porque son indicios de lo que en él es
realmente esencial.
De este modo, el crítico deconstructívista no pretende probar o refutar,
establecer o confirmar y menos aún alcanzar la verdad, siendo su posición
de orden relativista, ya que considera que, todos estos conceptos pertenece
al logocentrismo que intenta desterrar; lo que propone es socavar, o cuestionar,
o superar, o romper, o revelar complicidades.
Los resultados de todo esto están por ver; la producción de Derrida ha
sido calificada por Michel Foucault de «oscurantismo terrorista»; este
método atrae a los críticos de textos, de ficción, porque es reconfortante
oír que, después de todo, todos los textos son ficción, y que la pretensión
de que la ficción difiere de la ciencia y la filosofía se puede deconstruir
como prejuicio logocéntrico: es positivamente excitante escuchar que lo
llamado «realidad» es sólo más textualidad. Con ello, los críticos no
han de preocuparse por averiguar las intenciones del autor, lo que el
texto quiere significar o las distinciones que contiene entre lo metafórico
y lo literal, o las diferencias entre textos y realidades, porque todo
es simplemente un libre juego de significantes.
Algunas de las palabras que es importante entender sobre las ideas de
la deconstrucción son: Metafísico - Palabra usada por Derrida para describir
sistemas que requieren una base fija, un «principio primero» sobre cual
se puede construir una jerarquía de significados. Suplemento: palabra
de importancia secundaria en la relación jerárquica de dos palabras. Por
ejemplo: Hombre/Mujer
Hombre es la presencia, y en la ausencia de hombre, hay mujer. Es decir,
mujer es el hueco de lo que hombre no es. Derrida dice que el suplemento
no es de importancia secundaria, porque puede socavar la relación jerárquica..
Différance: Palabra inventada por Derrida que se refiere a los dos significados
simultáneos del verbo francés diferer. Este verbo corresponde al verbo
español diferir: «dilatar, retardar o suspender la ejecución de una cosa;
distinguir una cosa de otra o ser diferente y de distintas o contrarias
cualidades». (Diccionario de la lengua española Real Academia Española
vigésima primera edición, 1992).
A cualquier palabra que se busque en el diccionario
se le puede aplicar différance. Definimos una palabra a través de lo que
no es (como difiere/es diferente de otras palabras) que ayuda a delimitar
las posibilidades del significado.
Por ejemplo: Si digo que estoy pensando en un animal, hay muchas posibilidades,
puede ser cualquier animal, pero inicialmente se descuentan las plantas,
los minerales etc. Si luego digo que este animal tiene cuatro patas, ya
eliminamos pájaros, peces etc. Y así seguimos hasta que, a través de un
sistema de diferencias llegamos limitar las posibilidades hasta averiguar
el animal. Pero la posibilidad de significado se difiere (se suspende)
ya que todas las palabras se definen a través de otras palabras, que también
necesitan definición, etc. Quiero decir, sabemos qué animal es, pero no
porque tenga un significado sino porque hemos eliminado todos los significados
diferidos que no son.
Los sistemas jerárquicos basados en un «principio primero» (en el sentido
que no sé pueden reducir más) pueden ser derrotados porque lo que pensamos
que es un principio primero es solamente el producto de un sistema de
significación, no una verdad absoluta.
Por ejemplo: Se podría decir que «blanco» es un principio primero, porque
creemos saber exactamente lo que es «blanco», y parece ser irreducible.
Pero en realidad, solo podemos definir «blanco» a través de lo que no
es. Es «blanco» porque no es «negro». Pensamos que «blanco» es una realidad
absoluta porque el sistema en que vivimos le da valor a «blanco», es decir,
tiene su posición en la jerarquía simbólica de nuestra sociedad. Pero
según los deconstruccionistas, la identidad de «blanco» depende totalmente
de «negro». No podemos definir «blanco» sin «negro». La diferencia entre
«blanco» y «negro» existe antes que la identidad de «blanco», entonces,
es la diferencia el principio primero, no la identidad.
Estos principios generalmente se definen a través de lo que excluyen,
y entonces, caben bajo el nombre de oposiciones binarias.
Por ejemplo:
Luz
---- ------oscuridad
Grande ------pequeño
Alto----------- bajo
Flaco -------- gordo
Las palabras en la primera columna tienen mayor valor en la sociedad,
y por eso las definimos como verdad, mientras las palabras en la segunda
columna son un suplemento, un elemento de importancia secundaria. La deconstrucción
critica este tipo de jerarquía. Según los deconstruccionistas, esta manera
rígida de definir lo que es aceptable y lo que no, es típica de las ideologías.
No es algo que podamos evadir, pero hasta cierto punto podemos subvertir
el proceso. La crítica deconstructiva analiza la aporia para demostrar
las maneras en que un texto se contradice, y de esa manera destruye el
sistema lógico del texto.
Por ejemplo: La palabra «luz» tiene valor en nuestra jerarquía simbólica.
Es una de esas palabras que los estructuralistas aceptarían como verdad
irreducible--el elemento positivo de la pareja luz/oscuridad. En la lógica
de un texto, «luz» se interpretaría como aclaración, conocimiento, etc.
Y esta interpretación es aceptada por los estructuralistas como la única
válida.
Los deconstruccionistas analizarían los elementos paradójicos de la palabra
para demostrar que esta aceptación se deriva de la aceptación de un sistema
de valores no de una realidad absoluta. Una luz también puede cegar. Puede
tener el efecto de dejar en la oscuridad. Al impedir la vista impide también
el conocimiento. Los deconstruccionistas dirían que no se puede olvidar
este elemento de la palabra al analizar un texto. Que al aceptar solamente
un sentido de la palabra estamos limitando la interpretación para justificar
el sistema en que creemos.
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