Prólogo
En
un principio, el propósito original de este trabajo fue brindar
a los estudiantes un instrumento apto para comprender las corrientes
de opinión mas recientes en las que se debaten la filosofía y la
estética; temas que están en permanenete elaboración y discusión
en las cátedras respectivas. Se hizo evidente que no podía limitarse
a ofrecer sólo un panorama, más o menos amplio.
Su interés fundamental radica en que, con mayores o menores mediaciones,
esas corrientes operan como un marco/soporte teórico de la producción
artística contemporánea; afirmación que se intentará
comprobar puntualmente.
Primera entrada: el marco, no es ajeno a la obra, ni a este trabajo;
en la La veritè en peinteure, Jacques Derrida (1976,63) formula
la que llama lógica del suplemento: la del parergon. Esta relación
de 'estar dentro y fuera de la obra', sera útil para las páginas
que continuan; la noción de marco será el marco propio de la generalidad
de nuestro estudio."Como un accesorio que estamos obligados a recibir
en el borde, a bordo".
Ese marco, marca, indudablemente; y cómo. ¿Enmarca?
La oposición teoría / práctica será, entonces, convenientemente
deconstruida: la teoría está en el arte, pero también fuera de él;
desde este punto de vista, está de más sostener una teoría de arte,como
una disciplina distinta, separada de la práctica. Aquellos que procuran
señalar con precisiones tareas y objetos de los saberes, delimitarlos,
olvidan que unos se explican por los otros, sencillamente. En mi
estudio de la crítica (Figueroa, 1991) hay un primer movimiento
en esa dirección que no debe detenerse; luego de procurar la especificidad,
debe contaminársela.
Otra oposición sera deconstruida:la que recorrió la cuestión del
arte, por así decirlo, como controversia central, a lo largo de
siglos: aquella que opone la razón a la sensibilidad, como dos principios
contradictorios, adjudicando a la estética, la sensibilidad, y reservando
para la ciencia, la racionalidad. Lo inteligible y lo sensible.
La experiencia estética, según el teórico alemán Hans Jauss, se
realiza actitud en la que se disfruta comprendiendo. No hay un placer
que pueda calificarse de 'irracional'; la sensibilidad y la razón
no son sino dos facultades de los hombres que, en el arte no pueden
(no deben) entenderse separadamente. Jauss define el placer estético
como 'autosatisfacción en la satisfacción ajena', lo que lo aleja
del 'mero placer', o el placer de los objetos.
En este mundo mas-mediático, los profesores no podemos estar ajenos
a lo que, cotidianamente, los productores y nuestros alumnos observan
a través de los medios de comunicación.
La filosofía francesa de los años 60 tiene una decisiva influencia
en lo que confusamente se denomina lo contemporáneo; está llamada
a ser estudiada con urgencia, y, en particular, los aportes de los
llamados postestructuralistas, con sus textos mas recientes de los
años 90, que visitan (también revisan), a su modo, sus propias afirmaciones.
Si bien se ve, las palabras con las que se problematizan ciertos
pensamientos se han convertido en verdaderos puntos de partida para
muchos artistas. Esas palabras (en oportunidades, verdaderos neologismos),
de por sí, constituyen cuestiones filosóficas. Pero, claro está,
no vaya a pedírseles a los artistas, enunciados ni proposiciones;
inútil pues, establecer cualquier ultimátum al respectos; a veces
todo comienza con una cita o un "souvenir" que arma, provoca y rearma
asociaciones, que se definen con una red de la que no puede huirse.
¿Cómo ignorar la cita artistica de la deconstrucción, la simulación,
el rizoma, lo figural? por mencionar unas cuantas ¿O los laberintos?;
la estructura.
Los próximos capítulos pretenden, en primer lugar, ordenar este
recorte teórico.
El plan de trabajo estudia algunas tendencias y puntualiza sus vínculos
con el arte; además, ofrece una síntesis y recopilación de textos
principales en los dos capítulos primeros, y una rápida bibliografía.
Se encontrará, también, un capítulo expreso dedicado a la crítica
de arte, en el entendimiento de que se trata de una de las disciplinas
que, precisamente, colaboran en ese soporte.
En segundo lugar, el autor, igualmente, tiene la pretensión de opinar
sobre estas tendencias; no en todos los casos, seguramente, pero
la tarea es de interpretación; por tanto, hay un recorte establecido;
opciones.
El pensador inglés, Frederic Jameson, por ejemplo, se negaba a separar
el posmodernismo de su condición económica-social; propone no detenerse
en el estudio de un movimiento artístico, y sostiene su condición
de lógica cultural del capitalismo tardío. Quien difundió en mayor
medida el término, Jean François Lyotard (1987) sostiene que la
condición posmoderna es propia de la situación postindustrial.
Otros autores han distinguido con paciencia la posmodernidad y el
posmodernismo, así como antes separaban modernidad, modernización,
y modernismo.
Como se apreciará, hay modos y formas distintos de abordar las cuestiones
estéticas, y sus contextos, lo que no invalida unas a otras.
En principio, el objetivo fue reducirnos a los problemas que más
directamente importan a los artistas, o al menos en los que aparecen
más inmediatamente involucrados.
Entonces, tales perspectivas, podrán ser valiosas no únicamente
a los estudiantes sino a todos aquello interesados en comprender
las manifestaciones artísticas desde proposiciones que van más allá
de la misma obra, pero que la cruzan, la contaminan; la producen,
en suma.
Deseo agradecer, expresamente, el estímulo de la profesora Celia
Aiziczon de Franco, quien respaldó estas preocupaciones, y colaboró
decisivamente en la elaboración de muchas de estas ideas, desde
la cátedra de Estética de la Facultad de Artes de la Universidad
Nacional de Tucumán.
Igualmente,mi agradecimiento al programa de investigación que dirige
Celia Terán, en el que desarrollo mis estudios, en un recorte regional.
Marzo
2000
".......
el crítico traduce al artista?.. ¿El artista y el
receptor hablan en idiomas diferentes?..¿El artista y el
crítico hablan el mismo idioma?..Finalmente, ¿el productor,
es sólo él quien produce o también el receptor?..
Tales son algunos de los interrogantes que se me ocurren en un primer
momento, Y comencemos por el último que es el que guiará
a los demás. Pareciera que en la antiguedad el verbo "leer"
tenía un significado más amplio que el que frecuentemente
damos ahora: "recoger", "recolectar", son otras
de las definiciones que daban a aquél verbo los antiguos.
Así pues " leer" denotaba una participación
activa del otro. Quien lee al mismo tiempo recolecta, es más,
recoge. De este modo, una misma persona, receptor, por caso, que
lee - lectura en términos amplios- también recoge,
con lo cual queda, hasta ahí, cerrado el circuito del producto.
Si el arte es un lenguaje, si un producto artístico es un
texto, el circuito de su construcción sólo queda cerrado
ante la lectura o "recogimiento" que de él hace
el receptor. Entre nosotros, digamos construcción y deconstrucción,
por que la crítica más severa es la que deconstruye,
precisamente, para arribar a una cabal comprensión.
Por todo ello, las relaciones entre el productor y el receptor no
son tan separadas como lo plantea cierto academicismo reaccionario.
repitamos que el receptor también es productor, por que a
él le corresponde la responsabilidad mayor de cerrar el trabajo
con su interpretación, con su opción.
Si acordamos que el crítico debe ser un decodificador de
un código, esa tarea no es la de un mero traductor, ni mucho
menos.
Aunque nuestros tiempos ya aceptan que el traductor no es un mero
"repetidor", sino que también interpreta y selecciona,
la definición que nos da cualquier diccionario es que traducir
"es expresar en una lengua lo que setá expresado antes
en otra". Lengua, puesta aquí como idioma. Pero el crítico
toma el producto, pero no se limita a él. De lo contrario,
en trabajo sería casi matemático y así se estaría
reduciendo al arte en meras reglas de composición.
Si se traduce, si se pone en una lengua lo que antes estaba en otra,
todo puede decirse. pero, sin embargo, opinamos que aunque ningún
objeto carece de significado, ningún gesto, sea ruido o silencio,
eso no quiere decir que su función sea significar (Barthes
dixit).
Si el crítico fuera un traductor sería uno muy malo,
por que evidentemente no podría poner en la lengua común
- ese es el término, aunque no se lo diga abiertamente- lo
que el artista puso en otra. Pero además, si como hemos sostenido
un poco más arriba, el receptor cierra el producto, hay algo
que se comparte del lenguaje, de lo contrario no podría cerrar
o terminar el producto. El que lee, no podría recoger.
En otras palabras, los códigos que usa un productor artístico
son en parte compartidos por el receptor: ningún productor
puede alejarse tanto, por que es una ilusión romántica
aquello de que se produce para sí mismo, y nada más.
...."
de pag18- 19
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