AlfonsoCastillo

Jorge Glusberg

En las primeras décadas del siglo XIX surge el fenómeno de la fotografía que se introduce rápidamente como instrumento de relevamiento y registro de lo real. Ya la cámara oscura había anticipado a la máquina fotográfica y puede decirse que a partir del fotomontaje y de las técnicas mixtas del Dadá, la expresión artística se había agenciado de un nuevo medio revolucionario.

El arte fotográfico acumula paradojas. Por un lado se le debe su innegable influencia en las artes visuales, no sólo en los primeros movimientos del siglo XX (cubismo, futurismo, abstracción), sino en el arte de las últimas décadas desde el pop art al hiperrealismo. Por otro, suele ser recusada como producto meramente técnico o imitación pictórica. Son muchos los que quisieran verla relegada a la categoría de documento. Sin embargo, la fotografía es un lenguaje creativo y diferente, un espejo móvil y voraz que desoculta lo esencial de los seres y las cosas, que contruye y deconstruye, según reglas creativas que desechan la convención.

La obra de Alfonso Castillo es un buen ejemplo de fotografía decontructiva. Encuentra nuevos territorios dentro de viejos objetos y cuestiona las estructuras, desde los fragmentos y los ángulos a través de las tensiones geométricas, para revelar los conflictos entre las formas, conflictos que él dirime en pantallazos sucesivos de color y orden.

Castillo analiza con su cámara, a fin de que las formas se reproduzcan y expliciten el orden creado. Por añadidura, invitando a trascenderlo. La fotografía se presenta así como un orden en revisión. Hay orden en el objetivo (arquitectura), como hay sistema en la apropiación de las partes y en su referencia a una totalidad no visible, pero si presente. Hay una elaboración conceptual que es simple y compleja. Simple en cuanto a la propuesta analítica y deconstructiva es clara; casi fáctica; compleja, porque la lente introduce a la vez una investigación expresiva, relacionada con ámbitos sensibles y de evocaciones oníricas. El uso del color parece servir a una sublimación de la percepción, sobretodo, cuando recrea la visión interior de las cosas, acercándose a una sorpresiva y poética representación de la realidad.

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