RobertoElía

Jorge Glusberg Diario Ambito Financiero, 12 de Octubre 1993

"El Pincel" 1992


La treintena de obras que Roberto Elía (n.1950) expone en la Galería Ruth Benzacar (Florida 1000) es otra vuelta de tuerca a sus poéticas intuiciones acerca de la variación como esencia de los seres y las cosas, y como sustancia del, mundo.

Más aún, en algunas de estas creaciones la poesía no sólo es medio de expresión directa, según sucede, sobre todo, en POEMA, donde la palabra escrita aduce y justifica el trazo pintado. En cambio en POÉTIKA hablan los objetos sin intermediarios: una diminuta caña de bambú en cuyo extremo superior, como si fuese un árbol, aparecen (nacen) dos pequeñas hojas rectangulares (de papel) un embudo transparente, tres pedazos de soga dispuestos horizontalmente, dos maderas clavadas en forma de te, una tiza blanca con un punto negro, fingiendo la vocal I, y una K mayúscula.

Estos objetos están colocados sobre una tabla de madera adosada al muro, y no se necesita demasiado para advertir que cada uno de ellos es una letra: la P (bambú), la O (boca del embudo), la E (soga), la T, la I y la K, única denunciada como signo lingüístico. No se trata, es obvio, de un acertijo; tampoco ha querido Elía, por cierto, "representar" el título de la obra.Lo que ha buscado es proponer una definición sobre el espíritu mismo de sus creaciones -siempre audaces y sutiles, tan ensimismadas como abiertas- y, a la vez, elaborar un símbolo y un compendio de ellas.

Es que en "Poética" (la K nos viene del griego, como el término "poesía") hallamos, además, los materiales comunes a las obras del artista, empezando por la madera, que es un elemento clave, distintivo. Así lo demuestra, de modo paradigmático, "Mesa, territorio del río", una instalación de resonancias beuysianas, a cuyo alrededor se agolpan objetos de anteriores trabajos de Elía, como a la espera de brindar testimonio de una continuidad y, al mismo tiempo, de esa variación que denota las creaciones de Elía (en lo físico y lo intelectual).

Si fuese preciso resumir el "tema" de esta exposición (integrada en su mayor parte por obras de 1993), diríamos que ella remite, según ocurre en tantas creaciones de Elía, a lo fortuito, a lo incidental. El signo de los paréntesis domina en casi todas las obras; los broches de ropa (originalmente de madera), también aparecen en cantidad, y éste es un objeto al que el artista recurre de manera incesante en los últimos años. Bueno será advertir que los broches y los paréntesis son sinónimos en la mitopoética de Elía.

En efecto, los dos se relacionan con la idea de lo que está en suspenso, de lo pendiente, la expresión elegida por Elía para alegar los manes de lo fortuito y lo incidental. Todo, pues, está entre paréntesis, todo cuelga de situaciones imprevistas, todo se interpone, todo se inserta; pero todo, como la frase que ubicamos dentro de aquellas señales gráficas, tiene sentido por sí solo, y concurre a la formación de un sentido general, globalizado, que no es sino una manera de compender (o de intentarlo) el mundo de los seres y las cosas.

Por eso hemos utilizado, en el caso de Elía, el término "intuición", forma (o sistema) de arraigo en la cabalística y el budismo zen, cuya incidencia en su obra proclama Elía.

En las siete piezas, aquí exhibidas, de la serie KLAMMER se reiteran los libros (o simulacros de libros), otro elmento clave de las visiones de Elía,acompañados de broches y de paréntesis (son las dos acepciones de la palabra alemana "Klammer"). "Kamerata" es una nueva versión de los colgantes, también característicos de Elía (tres telas, una sobre otra, que descienden del techo al piso). Y no faltan las rayuelas, parte importante en la obra de Elía ("El pan").

Pero la muestra es algo más que una exhibición de nuevas obras particulares: es una atmósfera, un ambiente, un estado de ánimo.

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