HoracioSapere

Catálogo de la Exposición Individual Galería Der Brücke
Jorge Glusberg
Buenos Aires, 1997

Argentino por nacimiento, mallorquín por amor y adopción, ciudadano del mundo, típico habitante de este fin de siglo en el que estar "navegando" por la aldea global en que vivimos es normal. Horacio Sapere, reúne en su obra las experiencias personales con las de los diversos entornos que le toca vivir. España, Austria, Canadá, Francia alimentan también su vocabulario de símbolos con los que crea una iconografía muy propia en la que le dominan la infinitud del horizonte argentino, el imponente perfil de la cordillera de que es telón de fondo de su Mendoza natal, la mágica luz y el mar de Mallorca.

Dentro de esta multiplicidad Horacio Sapere trabaja con algunas constantes que reaparecen sistemáticamente: son rostros, flores y otras alusiones vegetales, sinuosas serpientes, medias figuras, figuras esquemáticas, ídolos abstractos, formas imaginarias, signos indescifrables, motivos-ideogramas que perfectamente articulados por el "poeta-plástico" se entrelazan creando como un circuito cerrado, siguiendo el camino de un perpetuo comienzo que reúne lo presabido, el centro cósmico arquetipado y ,por consiguiente, la dimensión de lo sobrenatural, el reino del imaginario y la fantasía.

Constantes que, como en una compleja sinfonía, siempre reaparecen creando una mitología propia, donde aportan la memoria, las secretas y evidentes citas, los sitemas de fragmentaciones. La repetición como estructura en la que un mismo elemento es es retomado diversas veces, forma de reflexión a partir de un determinado objeto. Recurrencia que oscila entre distintos y potentes símbolos que cambian de sentido y significado cuando su uso reiterado o sus diversas combinaciones acaban modificando la idea central. Símbolos que, intentando ensanchar poéticamente la realidad, se disponen sobre el plano, no en forma rígida ni buscando resultados absolutos sino siguiendo correspondencias analógicas y relaciones secretas, marcando el ritmo, reapareciendo como en el ciclo de la vida, proponiendo cada vez diversos juegos y lecturas realizadas con total libertad.

La misma mesura que Sapere utiliza para su iconografía es usada para la técnica. Pinturas plenas de fuerza y expresividad realizadas con un empaste grueso que el artista casi esculpe con gesto compulsivo. Colores intensos, con una cierta acidez que recuerda a los de los frescos medievales, cubren los fondos en los que flotan figuras. Figuras que son construcciones lineales, realizadas con trazos algo espesos donde a veces se ve la marca del pincel o de la espátula y que permiten una lectura directa y fácil, sobre el fondo rico de pigmentos. Fondo animado cuya textura es producto de un proceso casi automático que resulta de la aplicación con cola de fragmentos de lienzo sobre la tela base. Representación de una espacio que no se organiza en función de la naturaleza de los signos sino de su relación íntima en un tiempo suspendido.

El arte de Sapere "debe ser comprendido como el de la insistencia, de la repetición y la determinación de grandes ciclos, que, en un continuo ir y venir, quiere cautivar la historia, el mito y el presente" (Nikolaus Hellmayr, Sapere, Galerie Ariadne, Viena, 1991). En muchas de sus series (si así las podemos llamar) y con un particular sistema de fragmentación Sapere nos muestra medio rostro alargado dibujado nítidamente pero simplificado simbólicamente, media cara que levita sobre ciudades y paisajes de noche, de día, en verano, en otoño, en invierno y primavera, con sol, con lluvia.

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