PabloSuárez


Marcelo Pacheco 1997

Pablo Suárez fue uno de los principales protagonistas de la polémica década de los sesenta en Buenos Aires. Participante del Centro de Artes Visuales del Instituto Di Tella, que dirigió Jorge Romero Brest, Suárez fué también uno de los primeros artistas que señalaron sus diferencias con el Instituto y formó parte de aquel grupo que, entre 1968 y 1969, se alejó de la institución y abandonó la actividad artística por unos años. Junto con Oscar Bony, Roberto Jacoby, Ricardo Carreira y Margarita Paksa, entre otro, Suárez radicalizó su postura y abordó el arte-política, optando por intervenciones en sindicatos y delegaciones obreras junto a trabajadores y dirigentes gremiales. Desde mediados de la década diferentes manifestaciones relacionadas con el arte conceptual tuvieron como actor a Suárez. Las acciones y los vivo-dito de Alberto Greco y la producción de Antonio Berni marcaban para él diferentes aspectos de una misma problemática: ingresar en el campo del arte para cuestionar estrategias y señalar complicidades, subvertir el orden legal de lo artístico, intervenir en la relación arte-vida anulada por las vanguardias, poner en evidencia los mecanismos de la historia del arte y de los circuitos de promoción cultural.

En los ochenta y los noventa Suárez se corre constantemente de los lugares asignados. La parodia, la cita, los textos en "esculturas", instalaciones y objetos, se acumulan en una narrativa conceptual que pone al espectador en el inquietante trance de verse reflejado y de encontrarse seducido por la obra, real en su materialidad, verdadera en su imagen y eficaz en su comunicación. Desbordado para estéticas que hacen del grotesco un modelo de representación, Suárez observa y pone en escena una cotidianeidad extrema pero diaria. No hay expresionismos ni "neos" ni "posts" cuando modela a un Narciso del barrio de Matadero o el manto final de moscas o sus hombrecitos desnudos que insisten en escalar hacia el éxito. Suárez condensa ideas en modelos sociales, en una literalidad referencial, le molestan las pretensiones del arte y de la historia del arte, y dice construyendo imágenes costumbristas con quienes sobreviven sus vidas en cualquier barrio de Buenos Aires.

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