POSTFOTOGRAFIAS DE ROSALIA
MAGUID
EL PASADO COMO MARCA SIMULACRAL
Claudia Laudanno*Doctora
en Historia y Teoría del Arte (U.B.A).
La complejidad inventiva de las producciones fotográficas actuales nos
habla de un “después” de la fotografía positivista,
entendida como registro histórico, documental y archivo de la memoria.
El término postfotografía describe un conjunto categorial más
amplio, en el que se inscriben todos los fenómenos recientes de reproducción
cibernética y masmedíatica de la imagen analógica. Allí,
los códigos icónicos, iconográficos y semánticos,
se someten a una serie infinita de contaminaciones, travestismos e hibridaciones
de géneros. La imagen es ahora intervenida, modificada, re-confeccionada.
En este sentido, como sistema significante, la fotografía contemporánea
no sólo concierne a la simple reproducción automática del
mundo, sino también a su re-instalación ficcional.
Las postfotografías de Rosalía Maguid se orientan hacia un plano
de subjetividad situacionista. Su estrategia se cifra en una serie de ejercicios,
que presuponen una larga preparación y un atento análisis. Las
tomas de poblaciones del norte de la provincia de Santa Fe – Moises-Ville,
Sunchales, Virginia, Monigotes –, constituyen un verdadero “work
in progress”, un documento de trabajo, remodelado técnicamente
por la artista.
Las escenografías fotografiadas por Maguid, denuncian el estado actual
del medium fotografico. Este se sitúa en un punto de transición
nómade y sometido a permanentes juegos de contaminación figurativa.
En el cuerpo de obras que integran esta selección individual, la aproximación
naturalista, como modo transparente de comunicación, se conjuga con el
universo de los post-simulacros, sujetos a la circulación heteróclita
de signos visuales, propios de nuestra cultura de masas. Así, las tomas
virtualizadas de fachadas, arquitecturas y espacios públicos, resultan
ambiguas, polivalentes: ostentan el artificio del montaje, la estetización
de la toma.
Las alegorías fotográficas de Maguid se basan en un modelo combinatorio,
en una amalgama sintética de elementos que subrayan el espesor del secreto,
el enigma y el engaño. Jugando con los límites del trompe l’oeil,
la ficción y la reconstrucción del pasado, el arte de Maguid propone
la postfotografía como contexto. Inmerso en la contemplación y
en la seducción de sus vedutas, el espectador, como categoría
perceptiva, es puesto en causa y es puesto en con-texto. Como el flaneur de
Baudelaire, Maguid reconstruye el tiempo de un cliché fotográfico:
la veduta, la visión panorámica, la frontalidad edilicia. Sin
embargo, en sus fachadas, el pasado del lugar geográfico es destemporalizado,
por la intervención y la rectificación de la instantánea
fotográfica. Así, la artista genera una modificación de
la memoria, a partir de la revisión de sitios conocidos y familiares.
La instantánea captura la topografía mental, el vestigio de una
época. No obstante, la remanencia de un contexto efímero, de una
temporalidad pasajera, se hace permanente por medio del efecto simulacral de
la imagen postfotográfica. En las obras de Maguid, el dar a ver de la
imagen se consolida sobre los restos, las ruinas del referente. El lugar geográfico
iconizado, aparece ahora maquillado, travestido y camuflado por medio de diversas
estretegias de recubrimiento e impostación.
El relato postfotografico de Maguid plantea un universo ideal de orden eminentemente
virtual, es decir, un meta-universo, deliberadamente congelado y cristalizado,
paralelo a la realidad. Tras sus falsos semblantes, dispuestos en planchas de
acero inoxidable, las tomas históricas de Maguid – algunas de ellas
extraídas de archivos documentales, aparecen transmutadas en lugares
virtuales. La reproducción fotografica como signo y como discurso de
la visión, a dejado ahora el paso a una práctica simulacral y
ficcionalizada de la imagen. En este sentido, para Maguid el lenguaje fotográfico
es un campo de reflexión continua. Allí, el nomadismo visual se
resuelve por la doble vía de la documentación histórica
y de la investigación in situ. En sus postfotografías, la imagen
funciona como un auténtico modelo cognoscitivo, un paradigma de saberes
histórico-contextuales, que se desarrolla a partir del carácter
analógico de la imagen. Su imagineria visual se encuentra atravesada
, lado a lado, por la práctica del simulacro. Las fotografías
de tacto laminar son montadas, con absoluta premeditación, sobre soportes
minimalistas, los cuales, acentúan aún más el talante distanciado,
frío, de la imagen magnificada. Apelando a la contemplación y
a la seducción, el teatro de la memoria urdido por Maguid oscila siempre
entre dos polaridades: la iconografía monumental y su disposición
sepulcral, de apariencia lapidaria.
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