Obras textiles de Nora Correas
Por Corinne Sacca Abadi*

Durante la última dictadura en la Argentina, 1976-1983, Nora Correas realizó entramados en sus trabajos que parecían articular pliegues y agujeros negros, metaforizando un entrecruzamiento de vivos y muertos ( Esto no tiene nombre, 1981 y En carne viva, 1984.
El tejido expresa una clara relación con el tiempo y su transcurrir. Las Parcas eran, en la mitología, caprichosas tejedoras de las vidas ajenas. La creación de la materia connota el universo femenino: tejer, urdir la trama, entrelazar, anudar, son actividades culturalmente asociadas a aspectos maternales, de creación y de sacrificio.
Durante su trabajo, Nora está profundamente conectada con su interior en un estado de meditación creativa. Fluctúa entre mantener la mente vaciada de contenidos y desplegar una vitalidad urgida por un hacer, espontáneo y febril. Otras veces, parece reconcentrada en su propia secuencia de asociaciones, como quien imagina una historia, una dramatización, una puesta en escena. El conjunto de su obra transmite grandes intensidades afectivas.
El texto, sostiene Anzieu, es el anagrama del cuerpo. La palabra texto proviene del latín y originariamente significaba, precisamente tejido. En tiempos de horror político en la Argentina, N.C. abordó la temática de la represión y sus efectos en la sociedad. Con sus esculturas blandas, exentas de narración, poetizó aquel texto del que no se podía hablar. La artista logra crear a lo largo de toda su producción, imágenes viscerales vinculadas a emociones básicas, que reflejan su conexión con el mundo que la rodea.
Lévi-Strauss dice que hay artistas "entrópicos" que captan la temperatura de su ambiente y la materializan en sus obras. La cuestión estriba en ser capaz de "contaminarse" con la temperatura de la época, sin perder la propia.
Las esculturas blandas responden a una estética propia del Barroco, a través de ellas Correas recrea un pliegue que se repliega, se despliega y retorna hasta el infinito. Leibniz se refirió a los pliegues en la materia y en el alma. La materia es protagonista en el lenguaje barroco. El pliegue, lejos de constituir un adorno, induce una aventura espiritual en el contemplador. Hay un fetichismo del objeto perdido que se busca entre los pliegues. Es el encuentro con lo imposible. La noción de infinito en el Barroco acerca una clave para acceder a lo incognoscible, funciona como el eje de lo irrepresentable.
El psicoanálisis ha dejado constancia de una ausencia-presente en cada producto cultural, en cada sueño, en cada síntoma. El pensamiento de la topología barroca conlleva un "horror secreto": el sujeto se encuentra errante en medio de esa inmensidad, a la cual se le ha negado un lugar fijo y determinado, un límite. "Nada se edifica sobre piedra, todo sobre la arena, pero nuestro deber es edificar como si fuera piedra la arena." Jorge Luis Borges.

 

* Catálogo exposición de Nora Correas en el Museo Nacional de Bellas Artes. 1999


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