Rodrigo
Fresán
Rodrigo Fresán, 1991, de “El asalto a las instituciones”, en Historia
argentina, cuentos, Ed. Planeta. 1991.
(…)
en una librería de Gesell conseguí el tan ansiado Los dos tigres,
de Emilio Salgari, lo que me plantea otro problema porque yo ya voy
por la mitad de Martin Eden y consideraba mi etapa Sandokán como definitivamente
superada. Ahora que lo pienso, la verdad que ésta es una edad de mierda.
Para peor, me da la impresión que para las minas no es tan terrible.
Nina, por ejemplo, no sé si te hablé de ella (ja-ja-ja), tiene catorce
pero, no sé, parece como de dieciocho. Tal vez, sea porque las chicas
no tienen que hacer la colimba y entonces nos sacan ventaja. La verdad
que es una mierda. Todo es una mierda y quizá deberíamos pensar mejor
eso de ser escritores porque me parece que eso nos está pudriendo
¡a cabeza, que somos como más sensibles a las porquerías de la vida.
El viejo no para de escuchar las noticias de Buenos Aires por la radio,
mamá no para de decir que ya sabía que todo se iba a ir al carajo
y ahí viene Nina de nuevo moviendo el culo en su malla roja. Contestame
apenas recibas esta carta que, como dicen en Misión Imposible, se
autodestruirá en cinco segundos...
(…)
...te pido que lo que te voy a contar ahora no se lo cuentes a nadie.
En realidad no tendría que contártelo pero la verdad es que no doy
más, viejo. Todo se viene en banda. Con Irma la cosa no va más, en
serio, y estas vacaciones terminamos por reconocer los dos que, de
no haber sido por Martín, ya nos habríamos separado hace un rato largo.
No sé, tal vez me equivoque, tal vez es esta sensación de derrota
que se me está instalando en todos los rincones desde que me enteré,
quién sabe. Lo concreto es que ayer hablamos con Buenos Aires y era
cierto no más: a los padres de Nina se los llevaron. Uno de los vecinos
dijo que vio cómo paraban tres autos frente a la casa. Al menos eso
fue lo que nos dijeron. El tema, claro, era quien carajo se lo iba
a decir a Nina. Irma, tan práctica como siempre, dijo que "ah, no,
querido, eran tus amigos y después de todo la idea de traerla de vacaciones
fue tuya, así que..." Y le juro que en eso estaba. Recién terminaban
las noticias en la radio y mejor no me preguntes cómo pero terminé
cogiendo con la pendeja. No le dije nada, además. No pude. Así que
éste es el cuadro de la situación: estoy de vacaciones con un hijo
que se pasa todo el día leyendo debajo de la sombrilla, una mujer
que no me soporta y la hija de mis dos mejores amigos, la hija de
dos muertos en potencia, a quien ayer le abrí las piernas mientras
al fondo se oían marchitas militares en cadena. Lo más raro de todo
es que, por un lado, tengo la sensación de que peor no podrían estar
las cosas; y por otro, no sé, estoy casi seguro de que la pane más
terrible de la historia aún no empezó sino que v a a empezar en cualquier
momento, el día menos pensado, uno de estos días.
No hay cosa más jodida, viejo, que andar queriendo olvidarse de lo
que todavía no ha ocurrido.
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