Habría que hacer otro raconto de las consecuencias que aún
hoy siguen vigentes. Rodolfo Walsh en un acto de predestinación
fijó la cantidad de 30 años para que el pueblo argentino
pudiera empezar a revertir las consecuencias de la dictadura, que
él sólo vio apenas un año. Tuvo claro que el
golpe no se hacía contra la guerrilla sino contra el pueblo
organizado, contra los límites que tenían las clases
dominantes para ejercer eso que necesitan, dominar al pueblo.
Decir que el 50% de los desaparecidos, exiliados, presos, muertos
reconocidos, eran trabajadores, que trabajaban en fábricas,
talleres y oficinas es dejar sentado que el golpe se hizo contra
el movimiento obrero argentino, y los límites que había
sabido construir para no perder lo ya conquistado. Esta aseveración
busca ver más allá de las cúpulas de la burocracia
sindical, tomando en cuenta también que algunos integrantes
de esta entregaron compañeros suyos, como en el caso de SMATA
entre otros. Pero el poder que tenía el movimiento obrero
para poner o vetar ministros en el gobierno no habla de la burocracia,
habla de los límites que existían en el pueblo argentino
y en la conciencia de los trabajadores. Los intentos de reducción
de la porción que recibían del PBI los trabajadores
eran respondidos por paritarias, por organización que buscaba
restituir el salario al nivel de dignidad perdido. Estas eran las
bases, eran las condiciones primarias para el desarrollo de cualquier
actividad política, no existía el desempleo como herramienta
de presión para quedarse quietos. Entonces así surgían,
en este contexto las experiencias que intentaban transformar de
lleno, aún más de lo que se había conseguido,
la sociedad argentina. La posibilidad del socialismo como un modo
de sociedad posible para la época, estaba expresadas en un
sinnúmero de organizaciones políticas, sindicales
y político- militares. Estas organizaciones caminaban hacia
sus objetivos con errores, con desaciertos, pero también
con mucho corazón y sabiendo que se podía ganar, creían
fervientemente que se podía ganar. La historia argentina
estaba para demostrarlo, había que completar el ciclo abierto
por el peronismo en el 45, terminar con la transformación
empezada.
Pero el enemigo también juega. Las fuerzas armadas como brazo
ejecutor de las políticas del capital internacional, como
así también del capital local que estaba vinculado
de raiz a las políticas promovidas por el imperialismo estadounidense
para América Latina. En Argentina particularmente sabían
que el enemigo no había nacido en la década del 60-70
con la aparición de la guerrilla, sino mucho antes, con la
aparición de la industria en la Argentina y las primeras
organizaciones obreras que comenzaban a disputar la plusvalía
apropiada por los patrones. Durante el período en el que
gobernó Perón (45-55), hasta quizás el 52,
se produjeron transformaciones que la clase dominante no dejó
nunca de estudiar. Llegaron a la conclusión que el principal
enemigo no era el guerrillero que se enfrenta militarmente, sino
que el principal de los enemigos era la organización de los
trabajadores y los límites que estos habían logrado
correr en la sociedad argentina. Era el pueblo organizado. Para
destruirlos no habría que solamente neutralizar a sus organizaciones
de vanguardia, sino que debían atacar las causas por las
que estas eran producidas. Entonces cambiaron el régimen
de acumulación, se pasó de una sociedad que buscaba
industrializarse, a una que valorizaba capitales a través
del mercado financiero. Esto lo que lograba era correr el eje, ya
que si ahora la matriz de producción industrial no era la
variable predominante para pensar la política, los conflictos
que pudieran aparecer en la industria serían menos relevantes.
Para lograr eso tenían que construir un consenso que pudiera
soportar estos cambios tan bruscos, porque se sabe que sólo
con los palos no se puede gobernar. Así fue que la enorme
liquidez de capitales en el mercado mundial y la nueva dinámica
de estos que buscaban ser ubicados en los países que así
lo requiriesen, mediante el método de la toma de deuda pública
y privada. La característica de la burguesía argentina
de desapego a algún tipo de carácter nacional permitió
que muchos de los capitales que antes se dirigían a la industrialización
fueran retirados y jugados en la timba financiera. Con la toma de
deuda se promovió esta nueva forma de acumulación,
altas tasas de interés, estabilidad monetaria, estos fueron
los ejes del nuevo modelo que se abría camino en Argentina.
Se aniquiló a los principales cuadros medios, vinculados
ala organización del movimiento obrero para con esto hacer
que la resistencia fuera lo mínima posible, incluso así
hubo resistencia de los trabajadores organizados, que hicieron diferentes
conflictos hasta llegar al paro del 79. Estuvieron las madres que
luego se transformaron en la reserva ética y moral de una
sociedad que busca dar un cambio. Pero se instauraba un modelo donde
la Argentina estaba destinada a exportar lo que mejor produjera,
que no era precisamente productos manufacturados, sino materia prima.
Así se volvía al clásico modelo agroexportador,
esta vez con la variante de la valorización financiera, que
produjo enormes riquezas al sector dominante de la sociedad.
El poder que tenía la central sindical argentina, que era
la CGT así fue vapuleado por todos los flancos, con la pena
de muerte de hecho para el que se rebelara, así fue como
la cúpula se salvó, pero al costo de que las bases
obreras dejaran sus anhelos de una vida mejor para someterse al
nuevo orden. En la nueva sociedad sobraban como dijo Martinez de
Hoz, 10 millones de personas. Se crearía una sociedad que
no daría respuesta a las demandas de estos sectores, ypara
que existiera una vuelta atrás tendrían que pasar
varias cosas, por ahí 30 años como dijo Walsh.
Esta sociedad excluyente que aniquiló a una generación
de dirigentes del pueblo, no pudo sostener más a los militares
en el poder político, porque estos generaban enfrentamientos
con sus amos en las Malvinas. El pueblo argentino volvió
a salir a la calle para repudiar estos hechos, ahora a través
del Partido Radical el pueblo creía erigirse nuevamente en
dirigente. Los cambios habían sido tan profundosque las lógicas
de pensamiento anteriores no servían para pensar la nueva
coyuntura, los nuevos tiempos. A través de la deuda externa
se cometía una de las expoliaciones más grandes de
estos pueblos de América desde el despojo de los bienes de
la tierra en la colonización sangrienta española.
Entonces el enemigo había avanzado fuertemente sobre los
límites que anteriormente estaban prefijados por la lucha
de los trabajadores. En un escenario cambiado, con la total cooptación
de los dos principales partidos políticos, todavía
el programa no estaba terminado. Así fueron vaciando las
empresas del Estado, para luego decir que el estado no puede administrar,
que mejor es privatizar. Claro, parece que el Estado argentino es
el que no puede administrar, porque el Estado español, o
el francés eran “estados serios”. Con una sociedad
debilitada para resistir la entrega, ya que el golpe que empezó
en el 76 todavía seguía dando vueltas por las conciencias.
Entonces se entregó y se entregó, se entregaron los
recursos principales de la economía, claro que el poder cívico
militar del 76 hubiera querido tener el honor, pero no pudieron,
no era el momento todavía. Como en los 30 cuando Inglaterra
decía que mejor ellos administraran los ferrocarriles porque
sabían de eso, y entonces en Argentina Scalabrini Ortiz contestaba
que eso era como darle al enemigo el recurso que nosotros teníamos
para vivir, creyendo que el enemigo era “mejor administrador”.
Ahora se le volvía a dar al enemigo el principal recurso
argentino, se le entregaba el petróleo. Parecían no
tener límites para hacer lo que quisieran, para privatizar
absolutamente todo, cualquier servicio básico. Destruyeron
el mundo del trabajo que existía en este país, con
la precarización, la flexibilización y la desocupación
se sometió al pueblo trabajador en niveles de disciplinamiento
inesperados. Era lo que llamaron la expresión de la revancha
de clase.
El individualismo había calado hondo, habían logrado
conquistar el corazón de la sociedad, parecía que
esto era apoyado por el pueblo. Pero también hubo resistencia.
Y así se produjeron nuevos muertos, de esta nueva sociedad,
así se caían los aviones durante los 90, así
se producía dos terribles atentados gracias al alineamiento
con la voraz potencia norteamericana, pero la ficción del
modelo económico convertible mantenía a raya estos
trastornos. La vida en cuotas, la idiotización de la juventud
a través del consumo, la creencia en la guita fácil,
con las salidas voluntarias de los trabajos a cambio de indemnizaciones,
todo parecía poder comprarse. Esa forma de sociedad que vivía
del endeudamiento externo no podía soportar los cambios bruscos
de la economía mundial, el espejismo terminaba cuando cambiara
un poco el viento, y así fue. Con Menem se fue ese sueño
de sociedad entregada de pies y manos al mercado, pero la alternativa
del lado del pueblo no existía aún. Los jóvenes
entregados a un mundo sin sentidos claros de sociabilidad escapaban
del país o se entregaban a proyectos estrictamente personales
que buscaran de alguna forma intentar resistir el embate con el
que se encontró toda la sociedad. Claro que esta nueva sociedad
que expulsaba de si misma a la exclusión a contingentes innumerables
de población no le podía dar esta salida a los nuevos
excluidos de todo. El radicalismo en el poder demostró que
había entendido lo que quería el establishment y siguió
viviendo en la burbuja de la convertibilidad, pero como lo habían
votado para un cambio la organización popular se empezó
a diseminar nuevamente en el pueblo, así se llegaron a producir
después de dos años de lucha abierta contra el gobierno
los levantamientos del 19 y 20. Esto no se quería más,
esta sociedad no se soportaba más, pero no existía
la alternativa del pueblo que pudiera aparecer como salida. La democracia
formal se seguía eligiendo. Este era un límite aceptado
por el pueblo. La devaluación de Duhalde fue una nueva redistribución
de la riqueza hacia arriba, se salía del modelo convertible
para empezar a producir nuevamente pero el costo era pagado por
el pueblo nuevamente. Así se volvía a salvar a los
privados de sus deudas millonarias a través de la pesificación.
Pero el pueblo comenzaba nuevamente a organizarse, no se elegía
más lo que existía pero el camino hacia otro forma
de dirección de la sociedad era difícil, no existían
certezas, y había que empezar de nuevo.
El intento por una salida represiva que le exigían a Duhalde
los sectores de derecha culminó con el asesinato de dos luchadores
como Kosteki y Santillán. Golpearon a la organización
más débil, quizás en busca del efecto de retraimiento
del pueblo que estaba decidido en la calle. Como salida represiva
no funcionó, sino que estableció un nuevo límite
que el próximo presidente reconocería constantemente.
El adelantamiento de las elecciones mostró que no existía
una salida en la que creyera el pueblo, la primera minoría
fue Kirchner y así se hizo del poder político.
En un contexto latinoamericano de avanzada de las organizaciones
populares en los gobiernos, con la derrota moral y política
del neoliberalismo en la región apareció Kirchner.
Luego de un arranque arrollador, e inesperado, fue cediendo en los
grandes frentes que había abierto. Primero intentó
armar una organización por fuera del PJ, pero terminó
cerrando con el PJ. Luego denunció la deuda externa, y denunció
a los organismos internacionales de crédito, para terminar
con la política de desendeudamiento, que lo único
que lograba era cumplir lo que el FMI quería. Al comienzo
comenzó a hablar con diferentes organizaciones del campo
popular, como la CTA o el MTD Anibal Verón, con la crítica
del caso a la CGT, y luego terminó cerrando con la antiguamente
vilipendiada CGT y con la UIA.
En el plano de una política de derechos humanos vemos que
se ha avanzado mucho, pero con una cantidad de procesados y presos
que oscurecen cualquier tipo de victoria contra los represores del
pasado.
En estas condiciones seguimos intentando la creación de una
herramienta política que pueda representar los mejores intereses
del pueblo para poder comenzar a liberar al país.
Ignacio Politzer (1981)