CarlosBarbarito


 

Presentación de "Diálogos con Roberto Aizenberg
Laura Feinsilber, Jorge López Anaya y Federico Klemm.
Fundación Klemm, Buenos Aires, 5 de setiembre de 2001

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Colección: Colección Arte, Teoría y Crítica,
dirigida por Carlos Espartaco.
Editorial: Fundación Federico Jorge Klemm.
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ROBERTO AIZENBERG DIÁLOGOS con Carlos Barbarito
Pero esta perfección no representa sólo la ambición artesanal de un hombre en procura del dominio absoluto de su arte, sino que es la cualidad formal que corresponda exactamente, que se adecua mejor; al mundo que quiere expresar Aizenberg. Para el logro de esa perfección. Aizenberg elimina todo lo accesorio, así como cualquier rastro que signifique duda, impulso incontrolado, en un esfuerzo casi ascético por recurrir solamente a lo esencial. Pero aunque elimine toda huella relacionada con lo vital inmediato (que incluye el error; la vacilación y hasta la torpeza), su obra presenta una curiosa palpitación que, aunque apartada de la vida común, refleja la sorprendente vitalidad de lo visionario.
ALDO PELLEGRINI

 

"Figuras de ojo y sombras" pdf, editado en España por www.caminosdepakistan.com

"Las obras menores" POEMAS
Del libro inédito


La tinta desconsuela y nadie llama a la puerta.
La luz proviene de la lámpara
y no desde el oro de las hojas
que pisé en la breve mañana de la inocencia.
Hoy la muerte juega con mis cosas
entre los lentos y mansos animales
que mascan hierba dura y no entienden.
Hoy la vida avanza en la lluvia, y no me lleva,
tropieza, cae y se levanta, y no me lleva,
en el barro encuentra claridad,
en el agua de los charcos se sacia, y no me lleva.

-
La playa recibe los detritus,
y yo desnudo tu espalda ;
la tierra se enferma de un mal grave,
acaso incurable, y yo beso tu vientre.
Hay una locura en el filo de la sábana,
en el silencio de la lámpara,
en cada marca en la pared,
en el agujero donde cabemos
y no cabe otra cosa.
Una tormenta sin nubes se desata.
Te abrazo, tiemblo un poco, te penetro.
Hay una locura en las cartas escritas,
en ese zapato tirado en el patio, bajo la lluvia,
en el olor del aire, en la ropa dispersa y sin nadie.
Las ruedas girarán y seguirán moliendo,
las corrientes arrastrarán a los débiles
y, quizás, a nosotros, mañana, entre ellos.
Pero, hora, el temor huye,
oscuro, por lo oscuro.

-

En el centro del día, la muerte, insepulta.
En mitad de la noche, un relámpago helado
contra la madera que se pudre,
la palabra que se pudre.

¿ Pedir
una respuesta- estallido de bengala,
una hipótesis ingeniosa,
un polvo para el rostro que ya es casi sólo huesos
¿ Soñar con una nevada en donde nunca hubo nieve,
con una lluvia donde siempre fue desierto ? .

-

Abajo, muy abajo,
más abajo que el sueño oscuro,
bebe su porción de polvo,
y yo, desde mi pobre cartílago, la llamo.
Veo su apresurada boda con el musgo, y está sola.
Veo su pelo raído, y está sola.
Veo sus ojos ya cifrados, su cuenta sin lógica, y
está sola.
Hay olor, allí, a luz que no sabe,
a sombra que ignora, a vestido helado
y sin botones, hay
allí poleas que bajan materia
y suben ceniza, bajan
ceniza y suben materia
sin centro, ni diámetro, ni límite.

-

En el silencio, aguja, en lo oscuro,
en el desabrigo de los abrigados,
en la lluvia de astillas sobre los techos,
en el agua quieta y en el temblor
de los que sueñan.
Aguja,
punza el ala, pincha la cáscara
hacia donde se acomoda la gracia.
Hacia donde se acomoda amor,
capa tras capa en nieve y en turba,
abajo, en lo hondo, voces y manos,
manos y sábanas, voces y sábanas.

-

(El Bosco, a Héctor Ranea)

Nos separa el tiempo,
un abismo al que siguen cayendo
una tras otras las generaciones.
Un pájaro se transforma en sapo :
estoy desnudo ante tus ojos,
inconcebiblemente todavía abiertos,
vivos. ¿ Hay camino,
verdad, palabra, iris de luz
bajo la pila de heno que a todo aplasta ?
El día deriva hacia la lluvia,
una bandada emprende la fuga
más allá del silencio y del sueño.
Un hombre y una mujer se besan :
¿ puede tu razón o tu locura
seguir condenándolos ?

-

Anduve por la raíz de la lluvia
hasta esta casa sucia y corroída.
La humedad cubre las paredes,
el polvo domina el aire.
La tarde anticipa la noche
y en lo oscuro trabajará el óxido
en llaves y herrajes.
Y es amargo
el pan con que me alimento.
Y es turbia el agua que bebo.
Y la voz que oigo, o creo oir,
parece llegar del otro lado del mundo
y apenas si proviene del cuarto contiguo,
vacío, y no es sino una falla
en el apretado tejido del silencio.
( Afuera y a lo lejos,
un perro ladra a la lluvia,
la lluvia lo moja, con saña, con indiferencia).

 

 

curriculum

ver obra del autor: La Luz y alguna cosa 1998

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