LeónFerrari


La bondadosa Crueldad

 

 

Indice

Infierno
Cruz
Diluvio
Perchero
Panel de armas, letanía


Infierno

Occidente siente una singular y doble pasión por la crueldad. Frente a Jesús crucificado llora dos mil años y la rechaza; frente a los padeceres de quienes el atormentado en la cruz condena al tormento, la comprende, justifica y alienta. La crueldad es injusta cuando la sufre Jesús unas horas y justo castigo cuando anuncia que millones la sufrirán eternamente. Este doble concepto de justicia forma parte de nuestra cultura. Sobre un fondo de vírgenes, ángeles y palomas, los artistas cristianos pintaron el dolor lamentado: corazones sangrantes, coronas de espinas, la cabeza del Bautista y crucifijos, innumerables crucifijos que nos rodean adornando cementerios comisarías colectivos y cuarteles. Los mismos pinceles - Fra Angélico, Giotto, Miguel Angel - pusieron su destreza al servicio de la intimidación religiosa pintando la crueldad justa, el castigo a paganos e impíos: diluvios, Sodoma, primogénitos egipcios, Jericó, Apocalipsis, Juicios Finales, infiernos.

Creyentes e incrédulos coinciden en no cuestionar éticamente esas obras. Los creyentes, porque la tortura forma parte de su ética. Los incrédulos, porque adictos a la estética no miran la ética: si el cuadro está bien pintado no importa que exalte un crimen. Aquel mundo de castigos se esconde trás los premios mimetizado en la bondad divina. Yahveh en la tierra regalada ofrece lluvia a los probos y lepra a los rebeldes. Jesús, multiplicando las promesas del Padre, anuncia a pobres y hambrientos que alcanzarán en el más allá la felicidad inagotable, y los consuela por el desigual reparto de bienes terrenales prometiéndoles destinar ricos e incrédulos al suplicio eterno. Este singular aspecto de nuestra cultura, la crueldad mezclada con la bondad que la oculta, puede haber sido el orígen de los textos que este libro alberga. Los cuatro primeros se presentaron en una muestra de arte con estas palabras que recuerdan su génesis: A los efectos de no dilapidar óleos, acrílicos y poxilina, que necesitan los colegas artistas, las obras que integran esta exégesis ecológica de la Biblia, en esta muestra ecológica, son también ecológicas, es decir, renuncian en lo posible a la materia: son cuadros, esculturas, instalaciones, hechas con sólo palabras: el recurso más fácil de renovar.

Las críticas de pecar por literarios, que suelen recibir algunos cuadros, originaron estas láminas, resultado de llevar al extremo la característica criticada. Son cuadros puramente literarios: arte visual escrito. Pero pueden ser incluidos en las artes plásticas pues conservan la imagen, sólo que esta pasa de la pared, frente a los ojos del visitante, a su imaginación, detrás de las pupilas, encendida por las palabras que la construyen. Esta técnica permite realizar obras que ninguna otra lograría pues nos deja alcanzar y usar lo inalcanzable, lo que ya pasó o lo que todavía no ha llegado: el estiércol de los buitres apocalípticos o las casullas de los obispos que escucharon las confesiones de Jorge Rafael Videla. Infierno En un rincón de la sala colgaré una jaula con una cruz calada en el piso donde asoman diez mecheros de gas, una puerta trampa en el techo y al fondo el Juicio Final del Giotto que adorna la Capella degli Scrovegni en Padua. Al lado una estatua de Cristo murmurando palabras que los capellanes repitieron en la ESMA: "Así será el fin del siglo:saldrán los ángeles y apartarán a los malos de entre los justos, y los echarán en el horno del fuego: allí será el lloro y el crujir de dientes. ¿Habéis entendido todas estas cosas?".

Del otro lado una jaula mayor con gatos blancos y grises. El espectáculo comienza cuando se encienden los mecheros, se toma un gato de la segunda jaula y se introduce por la puerta trampa en la primera, cuidando que su alarido acompañe a la pregunta ¿habéis entendido todas estas cosas?.

Copiaré mi Jesús del que pinta San Juan apocalíptico: Y me volví a ver la voz que hablaba conmigo: y vuelto vi siete candeleros de oro; y en medio de los siete candeleros, uno semejante al Hijo del hombre, vestido de una ropa que llegaba hasta los pies, y ceñido por los pechos con una cinta de oro. Su cabeza y sus cabellos eran blancos como la lana blanca,como la nieve; y sus ojos como llama de fuego. Sus pies semejantes al latón fino, ardientes como en un horno; y su voz como ruido de muchas aguas. Tenía en su diestra siete estrellas: y de su boca salía una espada aguda de dos filos. Cuando lo vi caí como muerto a sus pies. Y él puso su diestra sobre mí diciéndome: Yo tengo las llaves del infierno y de la muerte.

Haré esta estatua hueca con el carburo de silicio más refractario que encuentre, la pondré blanca incandescente con el fuego revolviéndola por dentro y saliendo por los ojos como dos sopletes de autógena, la banda de oro apretándola en el pecho y la lengua de dos filos flexible entre las llamaradas del aliento.


Cruz

En el suelo una cruz tan larga como el diámetro de la sala hecha con deshechos que caen de las páginas sagradas: humo de los pámpanos que quemará Jesús, manos de Saúl que mataron bueyes ovejas asnos y gente en las tierras de Amalec, pluma de San Jerónimo que escribió palabras que Jeremías dice que Dios dijo (hareles comer la carne de sus hijas), ortigas de Sodoma, bendiciones y vómitos del Apocalipsis, juguetes de los primogénitos, monedas que Ananías entregó a San Pedro antes de morir en sus manos, huesos de gente que leones devoraron en Samaria, plumas de la paloma de Noé, pigmentos del Giotto que pintaron el diablo y la Virgen María, huellas dejadas por Satanás en el desierto, por purpurados en la Casa Rosada y por generales y almirantes en reclinatorios de la Catedral, hoja de parra que ocultó el sexo de Eva, hemorroides de oro ofrendadas a Dios por los Filisteos, semen de Onán, entrañas de buitres apocalípticos, hostia que el Nuncio Apostólico puso entre los dientes del general Suarez Mason luego del velatorio de los Palotinos.


El diluvio

En una pecera un arca, construida según Jehová enseñó a Noé, flotando sobre una multitud de peces de colores, anguilas, axolotes, pirañas y otros animales acuáticos. Hundida en el fondo la cabeza degollada que me dieron en la morgue de la que se alimenta la fauna que la acompaña. Un extractor armoniza los olores de la pecera con el de los cien prepucios de filisteos (que David recortó y entregó a Saúl como dote para casarse con su hija Mikal), y con el humo del incienso que arde en la Catedral durante la misa de Pascua de Resurrección. Apoyada en el borde de la pecera una paloma de la paz embalsamada, con el ramo de olivo en el pico y enfrente un cuervo con patas y alas enrojecidas (el cuervo ocupa un lugar privilegiado en la Biblia: fue el primer ser vivo que sobrevoló la Tierra, ya pacificada por el diluvio, yendo y tornando mientras declinaban las aguas. Sólo después Noé soltó la paloma que volvió con la rama de olivo señal que el agua ya no cubría gente ni palomas ahogadas. El ave de la paz y el cuervo quedan así emparentados en los primeros episodios del Génesis y es posible que hayan volado juntos sobre los pantanos). Frente a los pájaros, sumergido en formol, el sexo de uno de los hijos de Dios, de los que copulaban antes del diluvio con las hijas de los hombres, sin que ellas sospecharan que sus orgasmos provocarían la muerte bajo las aguas de toda la flora y fauna que cuenta el Génesis.


El perchero

En un perchero colgaré las vestiduras de Juan XXII (quien en 1317 hizo despellejar vivo y arrojar a la hoguera a Hugo Gerold obispo de Cahors): la sotana de lana y la de seda blanca, el cinturón de muaré con franjas, el de bellotas de oro, el solideo blanco, el roquete de lino fino con encajes, la pequeña museta de terciopelo rojo bordeada de armiño para el invierno, la de satén encarnado para el verano, la estola púrpura, el calzado de terciopelo bermejo adornado en su empeine con una cruz de oro, el sombrero de fieltro punzó, la falda amarilla, el fanón, la casulla, el subcinctorium, el cíngulo, la mitra, el pallium y la tiara Sobre la casulla del Pontífice colgaré la camisa de Ananías y las enaguas de su mujer Safira, muertos por San Pedro, y sobre su falda de seda blanca las de los purpurados que escucharon las confesiones de Jorge Rafael Videla.


Panel de armas, letanía

Clavo que en Sisara clavó Jael Manos clavadas de Jesús.

Espinas en la corona, Espinas que desgarran al pueblo de Raab. Picana del Tigre Acosta, Espada de San Pablo. Picana de Rolón, Espada de San Miguel. Fuego que nunca se apaga, Llamas en la ESMA. Lago de fuego y azufre, Chacales. Fuego de Elías, Cuervos. Fuego en la zarza, Llamaradas de aliento divino. Espada exterminadora, Pila bautismal. Agua bendita, Lanza que hirió a Jesús. Piedras para lapidar blasfemos, Espada de Jesús. Videla, Capuchas. Cardenal, Casullas. Massera, Señal de Dios en la frente.

 

 

 

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