LeónFerrari Para esta colectiva de Arte por Internet se presentan experiencias en la vinculación de imágenes y palabras. "Arte
visual escrito", técnica que consiste presentar, en lugar de cuadros,
esculturas o instalaciones, las descripciones o explicaciones de las mismas. La Cena, es un collage bíblico que reúne varios episodios, de comidas
y comestibles, tomados de las Sagradas Escrituras, que se presenta como instalación
escrita. L.F
Ge 3,6; Ex 16,13; Mt 14,20; 1R 17,6; Ez 32,4; Dt 28,26; Ap 19,18; 2R 9,33; Is 9,20; Ez 4,12; Dt 28,57; 2R 2,23; 2R 17,25; Jn 6,55 Borges-Man Ray es una de las experiencias de escribir en lenguaje Braille poemas, versículos bíblicos, etc, sobre fotografías, imágenes religiosas, textos manuscritos o impresos, etc. La que se acompaña es una foto de Man Ray, Desnudo de 1930, sobre la que se escribió en Braille parte del poema de amor Un ciego de Borges.
"Borges-Man Ray". 1996.
Principio y fin de la ecología El Edén fue un paraíso ecológico de vida breve. La cordial relación prevista entre los hombres y el medio que los rodeara se quebró cuando Dios Padre, atribuyendo a lo creado los errores de la creación, castigó a Eva suprimiendo la inmortalidad. La llegada de la muerte inició la agresión ecológica. Durante siete días, que exégetas contemporáneos extienden a millones de años, Dios (acompañado según San Juan por el hijo de María) creó el universo e infinidad de cosas, de piedras, aguas, plantas, peces y renacuajos, sapos, flores, frutas y gente. Creó el Edén, aquel Paraíso sin penas ni angustias, albergue de mujeres y hombres para que crecieran y se reprodujeran hasta convertirse en un coro de multitudes que lo Adorara, lo amara y lo temiera para siempre. Pero a pesar de la omnipotencia y de la sabiduría divinas, Satanás, en pocos minutos, desbarató aquellos millones de años de esfuerzos provocando la trasformación del Edén inmaculado en un paraje donde castigar a hombres bestias y plantas marcados con el estigma del primer pecado. A la derrota infligida por Eva y Lucifer Dios Padre debió sumar una nueva y no prevista faena, pues al esfuerzo que necesitó para crear la vida tuvo que agregar el necesario para destruirla, para inventar las formas de la muerte y del dolor que los Libros Sagrados detallan: hambre, pestes, lepra, tumores apostemados, hemorroides, locura, violación, estupro, degüello, fuego, hienas, buitres, chacales, sangre, espada, hacha, puñal, vientres preñados acuchillados. A aquellas cotidianas manifestaciones de su voluntad, los dioses agregaron dos singulares exterminios: el diluvio y el anunciado Apocalipsis. Entre ellos se desarrollan la vida humana y las peripecias de la ecología: incendios, erosión, sequías, las plagas de Egipto, huracanes, inundaciones, terremotos y la acción del hombre contra plantas y bestias. El diluvio, que en la escala de desastres ecológicos sería el más grave después del provocado por el Pecado Original, es una consecuencia de este y agrega al carácter hereditario de la primera culpa el principio penal del castigo colectivo por culpas individuales. La Biblia afirma que aquel primer exterminio se debió a la maldad de los hombres y a que sus hijas copulaban con los hijos de Dios. Eso provocó la muerte de adultos posibles pecadores pero también, con ellos, de todo chico o grande inocente, y de todo inocente organismo animal o vegetal que los acompañara. Cuenta Moisés que fue destruido todo ser que vivía sobre la faz de la tierra, desde el hombre hasta la bestia, los reptiles y las aves del cielo y murió toda carne que se mueve sobre la tierra, así de aves como de ganado y de bestias, y todo reptil que se arrastra sobre la tierra, y todo hombre, todo lo que tenía aliento de vida en sus narices, todo lo que había en la tierra murió. Pasó la edad de piedra de bronce y de hierro y la situación cambia pues la inmortalidad que el Padre nos quitó fue restaurada por el Hijo trastornando los propósitos del Génesis. La Tierra no es ya ni un Edén ni el lugar donde se administra un castigo que termina y culmina en la muerte, planeados por el Padre, sino que ha sido convertida en antesala donde medir faltas y separar a justos de impíos. Esta iniciativa trasformó un planeta de mortales en un criadero de condenados inmortales destinados a poblar, atormentados, un inesperado reino de Lucifer, mucho mayor que el divino si creemos con Jesús que sus puertas son más anchas y que son pocos los que se salvan. En el cielo no hay plantas ni animales - sólo los salvados mirando a Dios - y en el infierno fuego y diablos como entorno: la ecología morirá en la Tierra cuando vuelva Jesús con sus ángeles. León Ferrari, octubre 1996
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