PATRIA
& POESIA por
Jorge Pinedo
Entre
otros rotundos acontecimientos, la revuelta popular del 19 y 20 de diciembre
del año 2001, no sólo sirvió a la eyección
de un ministro de economía y el correlativo presidente de la
Nación. En otro –muy distinto- plano, hicieron estallar
los criterios, categorías, nociones y aún conceptos con
los que clásicamente solía caracterizarse esa entelequia
que se suele llamar la realidad (socio política). Situación
que impele a repensar todo de otro modo.
En tamaño barajar y dar de nuevo se percibe el surgimiento de
un plural cuyos riesgos ya han sido suficientemente probados durante
los espectáculos futbolísticos internacionales, entre
demás fenómenos de proteica, forzada, siliconada inclusión.
Alusión a un “ser” que diluye las diferencias, evoca
generalizaciones perversas que abarca el “Los argentinos somos
derechos y humanos” de la dictadura militar, se contrapone con
la holofrase “Nunca Más” del bidemonólogo
Ernesto Sábato y hace cima en “el enano fascista que todos
llevamos dentro” acuñado por el propalador mediático
Bernardo Neustadt. Botones de muestra pergeñados a fin de arrojar
al medio de la nada a todos aquellos que en su momento optaron y actuaron
de modo de quedar incluidos fuera de tales amplitudes.
Inclinación, la de generar una primera persona del plural, inscripta
en una extensa tradición de ontología salvaje derivada
de cierta obsesión por una “identidad” en la que
se procura imponer la caracteropatía por encima de los objetivos
comunes (si los hubiera). Esfuerzos sesudos, algunos de ellos incluso
ingeniosos, sistemáticos y hasta rigurosos, fueron impulsados
en aquella vía, siempre infructuosa. Porfiada, la diversidad
lograba a la postre imponerse, la historia traicionaba su argentino
destino de circular por la doxa, un escenario heteróclito forzaba
a los actores al furcio y al público a la desilusión:
el centralismo se tropezaba con los balbuceos de la horizontalidad.
Punto de inflexión, los sucesos del 19 y 20 dieron por tierra
las teorías, premoniciones y cánones. Caducaron las clásicas
herramientas y, hoy por hoy, hay sed de rudimentos idóneos aún
para pensar lo que sucede. Ni hablar de los mecanismos destinados a
operar con eficacia constante sobre las circunstancias.
Definiciones, clases, niveles de análisis se hallan en crisis:
toda una oportunidad para apartarse del prejuicio ya que deja de existir
cualquier univocidad identitaria. La contradicción ramplona cede
su lugar a la paradoja, el tercero excluido se metamorfosea en protagonista.
Porque la Patria es la Lengua por la que somos habitados, la situación
recuerda –mutatis mutandi- aquella simbolización triangular
dentro de la cual el antropólogo situaba al conjunto de las tradiciones
culinarias y maneras de mesa; la de lo crudo, lo cocido y lo podrido.
Y como lo que escapa a las garras (y a las aspas) de la ciencia suele
caer en la cuenta de los poetas, ¿por qué no demandar
su auxilio?. Hay otros bardos.Un
primer borde de este terruño semántico se hallaría
constituido acaso por aquellos anónimos versitos cursis que a
mediados del siglo XX pululaban por las escuelas primarias impregnándolo
todo de sumisión acrítica, voluntarismo irreflexivo, unción
chauvinista y emoción impostada. Recordad:
En
el cielo las estrellas
En el campo las espinas
Y en el medio de mi pecho
La República Argentina.
Que
nadie lo tome a pecho ni caiga en confusión: apreciar la celeste
bóveda, sede precopernicana de cualquier divinidad, habilita
a solapar las vicisitudes terrenas propias de la cotidianeidad agroganadera.
Más aún, insulfa en los corazones esa sensación
de totalidad que colma espíritus, resarce heridas, hace Patria
(en esa operación discursiva mediante la cual las ideologías
de derecha se apropian de semejante significante).
En la ladera casi opuesta se alza otra poética, la que emerge
del fondo de la ignominia que brota de la impunidad, de la frívola
prepotencia de los poderosos, del hedor que impregna la atmósfera
y no cesa de emigrar de los cadáveres insepultos. Aquella que
plasma, sin escatimar crudeza Fernando García:
PATRIA
Una
piara de esclavos resentidos,
envidiosos, mezquinos, ignorantes,
incestuosos, serviles y farsantes,
al odio y a la opresión por siempre uncidos.
Hombres
tristes, cobardes, resignados
a la cruel suerte de los miserables;
mujeres de rapiña, despreciables,
que se alimentan de los condenados.
Que
nadie busque a Dios en esta tierra:
Ni amor, ni libertad, ni honor encierra
(¿puede haber algo de eso en tal letrina?)
Sólo
cabe esperar que, en Su Clemencia,
muy pronto la Divina Providencia
destruya a la República Argentina.
Sin
agotar el abanico de alternativas la anterior descripción abarca
buena parte de la realidad argentina comprendida –al menos- en
las últimas tres décadas, no obstante deja vacante inscripciones
que la memoria reciente suele omitir: la de aquellos que evitaron convertirse
en criminales, cómplices y/o justificadores aficionados de la
rapiña genocida. No por ello deja de estar presente alguna instancia
que propicia el anhelo, el ideal, tal vez la ética. Senda en
la que es factible inscribir al poeta de Palermo cuando, inmediatamente
a una de las instancias en que las fuerzas militares usurparon el poder
nominándose salvadores de la patria (en una apropiación
ya no exclusivamente oratoria sino, otra vez, material), supo escribir:
ODA
ESCRITA EN 1966
Nadie
es la patria. Ni siquiera el jinete
Que, alto en el alba de una plaza desierta,
Rige un corcel de bronce por el tiempo,
Ni los otros que miran desde el mármol,
Ni los que prodigaron su bélica ceniza
Por los campos de América
O dejaron un verso o una hazaña
O la memoria de una vida cabal
En el justo ejercicio de los días.
Nadie es la patria. Ni siquiera los símbolos.
Nadie
es la patria. Ni siquiera el tiempo
Cargado de batallas, de espadas y de éxodos
Y de la lenta población de regiones
Que lindan con la aurora y el ocaso,
Y de rostros que van envejeciendo
En los espejos que se empañan
Y de sufridas agonías anónimas
Que duran hasta el alba
Y de la telaraña de la lluvia
Sobre negros jardines.
La
patria, amigos, es un acto perpetuo
Como el perpetuo mundo. (si el Eterno
Espectador dejara de soñarnos
Un solo instante, nos fulminaría,
Blanco y Negro relámpago, Su olvido.)
Nadie es la patria. Pero todos debemos
Ser dignos del antiguo juramento
Que prestaron aquellos caballeros
De ser lo que ignoraban, argentinos,
De ser lo que serían por el hecho
De haber jurado en esa vieja casa.
Somos el porvenir de esos varones
La justificación de aquellos muertos;
Nuestro deber es la gloriosa carga
Que a nuestra sombra legan esas sombras
Que debemos salvar.
Nadie es la patria, pero todos los somos.
Arda en mi pecho y en el vuestro, incesante,
Ese límpido fuego misterioso.
Jorge
Luis Borges
("El Otro, el mismo")
Dentro
del terreno enmarcado por la intersección de la anterior poética
una Nación se retuerce, se debate, agoniza y resucita, plantándose
ante cada quien se atreva a situarse frente a algunos de estos versos.
Y obrar en consecuencia.
mayo,
2002
En
la cotidiana visión de las imágenes de alguno de los noticieros
tropecé –cuándo no– con un energúmeno
vociferante, de rostro desencajado, de venas inyectadas, de escupitajos
involuntarios producto de la ira. Ante lo repetido de la escena cuando
se le da cámara a algún barrabrava futbolero, sólo
le presté un porcentaje de atención, esperando –quizá
vanamente– una próxima noticia de mayor interés.
En ese semi-oído otorgado a la voz del sujeto creí escuchar
algo parecido a ¡Vivariverplei! Confieso que el “bocadillo”
despertó mi curiosidad. ¿Quién habría atacado
a la prestigiosa institución de Núñez como para
provocar tanto fuego verbal? Devuelta mi atención al sujeto pude
percibir, ahora sí claramente, su gritada y repetida prédica:
–¡Viva Cristo Rey! –seguida de un cúmulo de
falacias sobre la “blasfema” muestra de León Ferrari
en el Recoleta. ¡Se paga con dinero del pueblo! –dijo–.
¿Acaso el Estado no sostiene, entre otros, el culto católico?
Lo
peor fue luego enterarme de que era uno de los intolerantes que no sólo
existen en el fútbol. Y que su pensamiento y acción son
compartidos por supuestos cristianos que militan en el catolicismo.¿Creerán
acaso en una obra de arte aséptica, despojada de toda crítica?
No opina así nuestro prestigioso Carlos Alonso: El artista no
debe ni puede reprimirse; si no, el arte no aparece. A mí me
ha pasado muchas veces ser profundamente rechazado, postergado y silenciado.
Y lo he vivido con la misma naturalidad con la que recibo un premio.
Señores:
si creen como nuestro Cardenal que la muestra es blasfema, pues no la
visiten. Si creen que casarse es “para toda la vida”, pues
no se divorcien. Si creen que el preservativo atenta contra lo natural
aunque los enfermos de SIDA caigan como moscas, pues no lo usen. Si
creen que el aborto –aún en los casos de riesgo materno
o violación– es un asesinato, pues no se lo practiquen.
Si creen que la tierra es el centro del Universo, vuelvan a condenar
a Galileo. Cabe preguntarse ante los actuales interrogantes: ¿tardarán
otros cinco siglos en pedir perdón?
Mario
Bellocchio
(DESDE
BOEDO - DICIEMBRE -PUEDE CONSEGUIRSE ESTA REVISTA EN BOEDO Y SAN IGNACIO,
LOS SABADOS DE 10 A 14.)
PARA
LA FUNCIONARIA DEL CENTRO CULTURAL RECOLETA (Y PARA TODOS, a quienes
invito a visitar la Página del artista: http://www.leonferrari.com.ar/exposiciones/index.htm)
Señora
Nora Hochbaum,
Esta es la palabra y obra
de uno de los ¿hombres? de ¿Iglesia? ,
cuyo rostro en imagen de arte
del artista León Ferrari,
acompaña el texto que usted verá.
Sólo desde la ideología de la vida,
con militancia nada más
-ni menos-
que en vida y arte,
defiendo vida y arte
de todos.
Iglesia. Sí.
¿Cómo se mirarían
los cómplices del genocidio
en los ojos de Jesús?
La invito a leer
y a ver
al pie,
Señora Nora Hochbau.
En tributo a la inocencia,
Cristina Castello
Periodista y poeta
www.cristinacastello.com
Genocidio: Máscaras / Monseñor
Antonio José Plaza, Amén. Por Cristina Castello
(Nótese
que esta entrevista tiene fecha 05 de abril de 1984. Si no, no podrá
leerse correctamente) Para
quienes la vida del prójimo, que para ellos no es prójimo,
se juega en una mesa de dinero o de tortura, él es un personaje
polémico.Para
quienes la vida es Belleza. Manos. Amor. Nido. Ángeles.
Dios. Arte. Alegría. Bien Común.Para
quienes la vida es Universo todo en comunión, Monseñor
Antonio José Plaza es una máscara de horror.Ligado
al genocida militar Ramón Camps, siempre se dijo que, a su manera,
“gobernó” la provincia de Buenos Aires.“Manera”.
Modo. Forma. Estilo. Pienso
en manera-modo-forma-estilo. Para creer. Crear. Construir. Soñar.Acariciar.
Ayudar. Amparar. Para
disparar gaviotas que hilvanen estrellas.Para
dibujar ternura en la mañana de a dos. Cuando
el amor se recrea en tostadas crujidas con ojos de tanto amor. Como
antes del instante vértice del despojamiento y la entrega.De
la entrega para la libertad. Monseñor
-¿monseñor?- monseñor ríe ¡ríe¡
Ríe que muchos desaparecidos se “desaparecieron entre ellos”.
Ríe y el enorme Víctor Hugo del “Hombre que ríe”
le hubiera parecido “subversivo”.Ríe que al Padre
Hapon no lo mataron los genocidas, sino que se fue al Sur. Niega haber
dicho a Amnesty Internacional que en Argentina no había detenidos
políticos.Después, ante la evidencia, ríe, ríe.
Ríe, en su máscara de horror.Quiera Dios que esta entrevista
consiga con los años, que algún un corazón grite,
susurre, clame.Para que Nunca Más.Nunca Más.Nunca Más
Es arzobispo de La Plata desde 1956. A partir de entonces tuvo influencia
en el ámbito educativo de algunos gobiernos provinciales. Se
lo vinculó con el Banco Popular de La Plata, liquidado por el
Banco Central en 1964.Desde el 11 de noviembre del ‘76 hasta el
30 de diciembre de 1983, fue capellán general de la Policía
de la Provincia.De la más genocida policía del genocidio,
junto a la de Tucumán y Córdoba.Tuvo jerarquía
de Comisario General. Le dio el cargo el entonces Jefe de Policía.
Ramón Camps. Nombre que acecha el alma.El arzobispo y el hombre
que acecha el alma se hicieron amigos.Y Plaza se ufana de ello. De su
amistad con el asesino (C.C.)
EL HOMBRE QUE RÍE Para
llegar a él me acompaña alguien. Parece un parapolicial.Me
lleva por pasadizos y sótanos. Inquietantes. Intimidatorios.Cuando
llego a su despacho, sonríe. Como un cura bueno. Como un padrecito
de pueblo que tuviera a Dios en él.Como
si de verdad fuera un ministro de Dios.Elude
temas pero se refiere a otros, sin que medien mis preguntas. Por
ejemplo y con cara de inocente: “A ese cenicero me lo regaló
Graiver (¡!)...es un amigo”.El
arzobispo de La Plata me soporta, como si estuviera contento con mi
entrevista. Cargada de información y de preguntas.Desde
el fondo de mi amor a la vida y del sentido del deber, pregunto.Siento
en mí la muerte y/o los horrores de todos mis hermanos humanos,
a quienes nunca conocí. Pero eso: eran seres humanos.El
hombre que ríe no se altera. Se muestra cordial y quiere seducirme
con la charla. No
entiende que lo mío son valores, nota mediante o no. No
sabe que los valores contienen el concepto de la existencia como hecho
trascendente. Y que son inmodificables.No
entendería que mi estrella es la proa visionaria de José
Ingenieros.Me
ve tan joven y lo dice. Y por eso me cree vulnerable a su risa de máscara.Ríe
que cree en Dios. Diferentes
dioses los nuestros. No entiendo de dioses con pulsión de muerte.Pero
él ríe. Y parece que yo tiro con granadas: las preguntas.Y
él con pétalos de rosas.(C.C.) -
Monseñor... ¿Qué me dice de la democracia?-
Y...yo vivo tranquilo, pero parece que el pueblo no. No está
acostumbrado.-Ahora
hay destape. ¿Qué le parece?-Que
es una porquería. Aunque personalmente me importa un cuerno,
como pastor de esta comunidad no puede agradarme.-¿Por
qué?-
¿Usted estudió la historia de Roma y Cartago? Bueno...los
cartagineses cruzaron los Alpes, llegaron hasta las puertas de Roma
y se dedicaron a la dolce vita.-¿Y
entonces?-Entonces
los romanos los echaron porque con ellos había llegado la degeneración.
Estos y
aquellos, o los unos y los otros
-
El país sabe hoy de qué manera se violaron los derechos
humanos durante los últimos años. ¿Qué piensa
de eso?-
Creo que dar tanta difusión a esos hechos puede ser contraproducente.
Si lo que queremos es levantar el espíritu sería mejor
hablar de lo bueno.-
¿Qué de bueno tuvo el proceso?-
La idea fue buena, muy buena, aunque evidentemente la forma de ejecutarla
no fue la adecuada. Pero... yo no quiero hablar de eso. Mi tarea está
referida al orden espiritual; muchos trabajadores vienen a consultarme
y también lo hacían muchos señores como (el General)
Viola y compañía.-
No me dijo cuál fue la idea buena...-
Y ...querían restablecer la Constitución y la libertad.
El país estaba desordenado y ellos querían hacer las cosas
bien. También éstos (por el gobierno del doctor Alfonsín)
tienen ideas buenas pero aquéllos tomaron por un camino y éstos
por otro...¡y está bien¡-
El camino de aquéllos fue terrorismo de Estado y el de éstos
la Constitución...-.....(Monseñor
ríe con efusividad).-
¿De qué se ríe?-
Porque son iguales...(burlonamente): ¿Usted cree que ahora hay
libertad?-
No convivimos con la muerte, ni con la desaparición forzada de
personas, ni con la tortura, ni...-
¡No, no, no!... Para muchas cosas había antes mayor libertad
que ahora.-
¿Para qué cosas?-
No me haga hablar, no me haga hablar...-
¿Cómo que no? Usted está defendiendo la dictadura...-
¡Qué dictadura ni dictadura¡ No me haga decir eso
a mí, yo hablo de la “idea” del proceso. He discutido
con el General Viola estos temas porque siempre quería hablar
conmigo cuando era comandante y también cuando era presidente.-
¿Y con Jorge Rafael Videla?-
Lo vi dos veces, nada más...¿qué quiere que le
diga con tan poco?-
Hablamos del responsable de desaparición de niños y adultos,
de torturas y actos que ni los animales harían...-
Lo que pasa es que aquéllos que vulneraron todo desde el principio,
se organizaron, organizaron actos y mataron gente, ahora son considerados
héroes. Y bueno... ¿Qué hubiera pasado si quedábamos
en manos de los subversivos? ¡Imagínate!...¿Qué
hubiera sido de nosotros?-
¿Defiende el terrorismo de Estado?-No.-¿Y
las torturas?-No.-
Tenemos treinta mil desaparecidos, Monseñor: Le hablo de vidas.-
¡Vamos...! No sé si son tantos y además hay muchos
que se desaparecieron entre ellos. No podemos decir ahora que los subversivos
son todos santos inocentes. ¿Usted conoce a Patricio Kelly? Yo
lo conozco mucho: cuando él cayó preso en el ‘55
o ’56 tenía dos hijos adolescentes y yo lo protegí.
El escapó y fue a Chile, después lo trajeron de nuevo
acá y lo fui a ver porque me lo pidió. Conozco bien a
Kelly y le aseguro que no es el indicado para decir ahora algo de alguien
y que –por sus palabras- a ese alguien lo metan preso....bah...bah...-
No hablo de Kelly. Hablo del testimonio del genocidio: tumbas N.N, torturas
y cuerpos que nunca aparecerán??-
Me parece muy mal....¿Qué quiere que le diga? Pero yo
recién me entero.-
Quienes quisimos enterarnos, por deber humano, nos enteramos....-
¿Sí?...Era gente muy inteligente.-
Si se encuentran culpables... ¿Qué se debería hacer
con ellos?-
Ah... Yo no puedo juzgarlos.-
¿Se acuerda de la ley de olvido que propuso monseñor Quarracino?-
Sí. Él es un gran obispo y no voy a contradecirlo nunca...Ni
a él ni a ninguno de mis hermanos.-
No me dijo qué piensa de la ley de olvido...-
Ya lo he dicho y no soy un reloj de repetición.-
Usted dijo que hay que olvidar lo malo. Pero los criminales son un peligro
para la República. ¿Y usted, ministro de Dios no le da
importancia?-
Bah, bah.... muchos de los que dicen eso tendrían que poner al
día su conciencia con Dios. Pero además no soy juez y
no puedo opinar....¿Qué me quiere hacer decir? Mire...Tome...
voy a regalarle un catecismo: es el que le dábamos a la policía.
Léalo...¡A ver si le hace bien!
Los sacerdotes y los torturadores
-
Qué actitud asumió con los sacerdotes que estuvieron detenidos?-
Acá, en La Plata, no había ningún detenido.-
Me contó un sacerdote español –que salvó
la vida por ser extranjero- que él estuvo en la cárcel
de La Plata y...-
Ah... No sé... Nunca fui a la cárcel.-
Dijo que el padre Callejas –que era capellán- compadecido
de los presos políticos, les pasaba dinero extraoficialmente
pero...-
Ah... No sé nada, eso es cosa de él....¿por qué
no lee el catecismo que le regalé?-
Monseñor: el curita español me dijo también que
cuando los militares se lo comentaron, usted destituyó a Callejas.-
¡Mentira, mentira!... Calleja murió en diciembre y era
canónigo de la Catedral de La Plata.-
¿Y qué me dice del padre Hapon?-
Y bueno... El padre Hapon se fue al Sur. Pero...qué lindos ojos
tenés....-
¿Por qué se fue?-
Porque se enamoró de una mujer –a la culpa siempre la tienen
las mujeres- y se casó. Pero...te di el catecismo, no lo lees
y estás como reloj de repetición: preguntás y preguntás.
Te digo un piropo y seguís nomás...¡Tomá
un caramelo¡ -
Monseñor: el Padre Hapon cobijó en la Iglesia a una pareja
perseguida por la represión y...-
Yo no sé nada de eso....-
...Y cuando los militares le pidieron a usted la cabeza del padre Hapon,
lo dejó solo. Le negó protección: era condenarlo
a muerte....-
No señor, no señor. El se fue al Sur, allá puso
una escuela y se casó... Tampoco lo maté yo.-
No lo veo a usted matando directamente a alguien.-
No, no mato: ni directamente, ni de ninguna manera.-
Pero usted dijo una vez que “no sólo es culpable el que
roba una escalera, sino el que la sostiene para que otro lo haga”.-
Sí, si ..,¿cómo sabe tanto de mí...es de
los “servicios”? (Monseñor ríe y ríe)
Sí, si usted va a robar y yo sostengo la escalera, soy tan culpable
como usted. -
¿Acepta su culpa?-
Ah, no, Cristinita.....yo no le sostuve la escalera a nadie. (Busca
algo en la parte baja del escritorio)....¿Querés un whisky?-
No, gracias ¿También los obispos mienten?-
Los obispos podemos equivocarnos porque somos seres humanos.-
Equivocarse no es lo mismo que mentir. ¿Cómo es que usted
no sabía que había campos de concentración?-
No sabía.-
Había...-
Ah...No sabía...Mirá vos....pobrecitos, ¿no?-
Y había detenidos sin proceso...-
Ah... (intenta cara de inocente)...Pobres...¿a vos te dan pena?-
A usted le llegó una solicitud de la Amnesty International del
9 de julio de 1978. Tenía la firma de su presidente, Scott Hoffman.
Era un pedido de informes, al cual usted respondió: “Aseguro
que en la Argentina no existen detenidos políticos...”¿se
arrepiente ahora?-
Yo no he dicho eso... -
¿Y qué me dice de esto (le muestro una fotocopia del pedido
de informes y de su declaración)?-
Y bueno, sí....¡Ay que chica preguntona¡ ...Sí,
yo sabía que había presos a disposición del Poder
Ejecutivo. Claro... pero no iba a verlos, porque iba el capellán.-
¿ Y cuál fue la actitud de los capellanes respecto de
tanto crimen y tortura?-
Los capellanes cumplían las funciones naturales: les daban auxilio
espiritual.-
¿Ve? Reconoce usted que sabía de la tortura y la muerte...-
Yo no reconozco nada-
¿Por qué nunca los capellanes levantaron la voz para defender
el derecho a la vida?-
Y... ellos cumplían con su deber y el deber sagrado del sacerdote
es no comunicar las cosas. Son secretos de oficio...-
Lo que usted dice burla el sentido común y el respeto a la vida.
¡Cómo no van a hacer nada si ve que matan o torturan?-
Usted está hablando de una cosa hipotética.-
Estoy hablando de las cárceles que usted reconoció que
visitaban los capellanes...-
No me consta que las visitaran. Ellos iban a la Unidad 9 de acá
(La Plata, provincia de Buenos Aires). Ahí había presos
políticos que estaban a disposición del Poder Ejecutivo.-
Estamos hablando de lo mismo y hace rato reconoció que daban
auxilio espiritual....-
¿Y qué? ¿A usted le consta que lo torturaban?-
Mire, se sabe que mientras torturaban a alguien, había siempre
un sacerdote... (A esta altura el padre Andrés, secretario de
monseñor Plaza y accidentalmente en el lugar, hace exclamaciones
de horror.)-
No, eso es mentira, es una infamia.-
Se dice también que en el ’76 se reunieron diez capellanes
para establecer si correspondía o no dar la absolución
a los ejecutores de la tortura. Y nueve –nueve ministros de Dios-
votaron por la afirmativa. Excomulgan a quienes se divorcian y bendicen
a los torturadores....-
No sé nada de eso, es la primera noticia que tengo. Pero le hago
saber que si alguien se arrepiente y promete no hacerlo más,
hay que darle la absolución.-¿Cómo
si hubiera cometido cualquier pecado, cómo si hubiera dicho una
mala palabra?-
No hay malas palabras, pero... (se ríe)... hay apellidos que
parecen una mala palabra.-¿Cómo
cuál?-Como
(el Canciller Dante) Caputo (ríe y ríe.)
Las manos con sangre del general Camps
-
Cuénteme de su amistad con Camps...-El
era el jefe de policía y yo capellán general; lo conozco
desde que era Mayor. Pero... amigos... la amistad... yo puedo decir
que tengo amistad con una persona, pero no que sea amiga mía.-Le
recuerdo sus palabras: “Yo soy amigo de Camps –dijo usted-
pero no es ningún delito”. ¿Qué afinidades
les permitían ser amigos?-Esas
son macanas que ponen en mi boca. Usted puede pensar lo que quiera,
pero yo digo la verdad.-Usted
dijo en una ocasión que vio a Camps con sangre en las manos.
¿De quién era esa sangre?-El
venía de un operativo, de un enfrentamiento con guerrilleros
y de ahí vino a verme a mí. Trajo sangre en las manos,
sí señor.-
¿Y no le preguntó, reprochó, denunció?-
¿Y por qué iba a denunciarlo?-
¿Y llama enfrentamientos a secuestrar personas de madrugada,
incluidos niños?
- Sí, sí, sí, y el policía que estaba al
lado de Camps cayó herido.-
Monseñor... Defender la represión es defenderla....-Eso
no es cierto. Ya lo ha dicho el arzobispo de San Juan: hay una confabulación
para hablar mal de mí.-¿Por
qué no sale al cruce de esas versiones?-Porque
yo lo he dicho una vez y porque no soy reloj de repetición.-¿Qué
hizo usted como hombre de la Iglesia, por los perseguidos?-Todo
lo que debía pero no puedo hablar de eso.-¿Qué
opinión le merecen las organizaciones de derechos humanos? -No
actúan con sinceridad. ¿Usted cree que Ernesto Sábato
es sincero en todo? (Monseñor ríe a carcajadas.) Pero
Sábato comía con Videla, ¿no? (ríe como
si le hicieran cosquillas) Muy bien, usted es muy linda y muy simpática,
pero esto se terminó.-
¿Usted no cree en la CONADEP (Comisión para investigar
la desaparición forzada de personas)?-
No....esa es una comisión inútil... está hecha
a dedo.-
Hábleme de Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, por favor...-No
quiero hablar de eso. Se acabó....¿quiere un café,
linda?-¿No
le parece significativo que nunca hayan acudido a usted en busca de
su consuelo?-
No, porque lo tenían en otro lado, bah...
La polémica amistad de Herminio Iglesias y Monseñor
-¿La
Iglesia descuidó el aspecto espiritual por el poder político?-
No. Nosotros tenemos una Iglesia espiritual, que también atiende
los asuntos temporales y políticos.-
Qué mundo este¡ En nombre de Dios y del amor una madre
da a luz a un hijo. Y con el nombre de Dios y del amor en la boca, se
comenten crímenes horribles...-Es
que algunos se ponen el nombre de Dios en la boca, pero actúan
de otra manera.-
Todo parece indicar que habla de usted....-
No...¿Cómo se te ocurre? -¿Y
qué opina de la actitud de la Iglesia respecto de los derechos
humanos?-
(Mira hacia la ventana) ...Mirá vos cómo llueve.-Llueve,
Monseñor. Según la teología tomista la verdadera
Iglesia se reconoce por las persecuciones de que es objeto, ¿dónde
está hoy la persecución?-A
mí me persiguen los periodistas, así que debo de ser bueno.
(Llama a su secretario y le pide una Biblia. Me la da.) Tomá...
leela.. Te la regalo... A ver si aprendés, a ver si va al cielo...Te
hace falta leerla.-¿Cómo
era aquello de su amistad con Herminio Iglesias?-El
vino acá con Amerise y compañía, cuando era candidato
a vicepresidente. Me preguntó que me parecía para ministro
de Educación un señor a quien trajo y yo le contesté
que me parecía que podía ser útil. Bueno, después
salió todo eso de que yo lo apoyaba. No fue el único que
vino acá, también vinieron Balbín y Anselmo Marini
de quien aún soy amigo y...-Usted
siempre cerca del poder...-No
es cierto. Y cuando he tenido que decirle algo a alguien se lo he dicho.-¿Usted
es peronista?-No
soy peronista ni antiperonista. (Se pone de pié, me sonríe)
Mirá, cuando llegaste te di cigarrillos, después te regalé
un catecismo y la Biblia; y cuando te vayas te voy a dar un beso. Quiero
a todos los seres humanos y vos sos muy simpática... Por eso
te regalo todo.-¿Simpática?-Sí,
porque decís todo lo que pensás. Preparate bien para ir
al cielo porque nos vamos a ir juntos después...-
Difícil, si piensa -como su amigo Camps- que los periodistas
somos todos subversivos...-Y
bueno alguna razón tiene. Todos no pero algunos...así
que...pensá en vos, linda. Publicado
en la Revista La Semana, 5 de abril de 1984Buenos
Aires, ArgentinaTexto
posterior, en introducción, del 10 de febrero de 2002
Copyright © 2002 Cristina Castello