Buenos
Aires, año 2005. En el décimosegundo piso, lejos del ruido del
tráfico de la gran ciudad y cerca de la tranquilidad del cielo, vive
una artista con su taller equipado de tecnología de
última generación.
En los vidrios de las ventanas se refleja un día soleado de primavera,
se escuchan los pájaros cantar, se siente el viento cálido,
el aroma de las flores; mientras ella pinta . El ambiente es muy agradable...Pero
fuera de su athellier, allá en la gran ciudad , ya había caído
la fría noche del invierno y los truenos de una pronta gran lluvia
malhumoraba a los ciudadanos. ¿Cuál era la realidad de verdad?
La tecnología en
esta época se desarrolló hasta permitir estas cosas:
dejar crear a cada uno una realidad a su gusto, dejar crear a cada uno su
mundo, como en el caso de este taller. El mismo está construido con
pantallas de vidrio que permiten ver la totalidad del cielo, y si no es del
agrado del artista se pueden insertar otros cielos (estrellado, con un arco
iris, etc.), imágenes del universo, algún paisaje, etc. Lo mismo
se puede hacer con el suelo, ponerle alguna textura (madera, pasto, floreado,
etc.) algún color, o imágenes en movimiento...También
tiene unos parlantes, como el audio de los grandes cines, para poder escuchar
los sonidos del paisaje elegido o música ; además hay lamparitas
que permiten aclarar u oscurecer el ambiente, un artefacto que hace posible
sentir el aroma y un sistema para poder regular la temperatura del lugar.
En el interior de este salón hay un equipo
compuesto por: un monitor, mouse, impresora y plotter, scanner, y un buen
conjunto de softwares, especialmente para poder dibujar, pintar, crear.
El monitor consiste en una pantalla que puede salirse y se proyectarse en
el espacio del taller en un tamaño superior o inferior del monitor
y adquirir hasta una tercera dimensión, permitiendo así esculpir
virtualmente con la mano del artista. Esta pantalla tiene la ventaja de que
también se pueden insertar órdenes mediante la mano del artista.
Se puede además pintar con óleos, acrílicos, etc....
los cuales, mientras estén en la pantalla son virtuales y toman su
carácter real una vez que la obra es terminada y es impresa o ploteada.
Esta pantalla puede ser multiplicada la cantidad que se desee, por eso es
posible realizar varias obras a la vez, sin guardar y abrir continuamente
los archivos.
El mouse es inalámbrico y tiene un láser como cursor. La impresora
o el plotter, no solamente imprime el trabajo realizado sino que también
permite obtener en tercera dimensión todo lo que diseñemos,
por ejemplo esculturas, e incluso si necesitamos algún pomo de algún
color, se dibuja en la pantalla y sale por la impresora. Esto es posible,
ya que una vez determinados los materiales que se utilizan en la obra, la
impresora recibe los datos de los componentes de los mismos y mediante un
"láser" permite otorgar volumen o no a los trabajos.
El scanner puede copiar imágenes bi y tridimensionales con una calidad
como la de una fotografía.
Todo lo que queda fuera del campo compositivo, al terminar, guardar la obra
y apagar la máquina se esfuma, ya sean manchas, pedazos de metales
o maderas. No solamente se puede graficar mediante las opciones presentes
en la pantalla, sino que también todo lo que hagamos por nuestra cuenta
se va plasmando en la obra. Por ejemplo, si se está dibujando y se
decide eliminar el último trazo, bastará borrar con una goma
sin ir necesariamente a la tecla de la goma. Este programa permite que el
artista tenga contacto con el material mientras trabaja. Aunque hasta el momento
de la impresión, el material sea más virtual
que real...
(extracto del texto "Mi Futuro Taller", de Lía Urasaki. IUNA 2000)